La insoportable banalidad del ser y del parecer
Este nuevo largometraje de Sofia Coppola está basado en hechos reales que se conocieron a partir de un artículo publicado en 2010 en la revista Vanity Fair, bajo el nombre “Los sospechosos usaban Louboutins” que puede leer aquí. En la película se describen las aventuras de un grupo de amigos del Valle de San Fernando que casi como un juego o un acto de osadía entre 2008 y 2009 comenzaron a robar joyas, ropa y artículos de lujo en las mansiones de las celebrities.
Adoro la fama comienza por el final, mostrando un presente donde éstos jóvenes son juzgados en un tribunal, y va alternando con momentos del pasado que muestran como comenzaron los robos que en total sumaron más de tres millones de dólares en sustracciones. En el film además se combinan imágenes de webs dedicadas a la vida de estas stars que por su elegancia y glamour, la pandilla de jóvenes ladronzuelos quiere imitar (Paris Hilton, Megan Fox, Rachel Bilson y Lindsay Lohan son algunas de las víctimas), con fotografías de artículos de diarios, y reconstrucciones de los saqueos que perpetuaron. Entre medio de un desfile incesante de marcas como Louis Vuitton, Hermès, Channel, Manolo Blahnik, que obnubilan a estas jovencitas, Coppola expone un universo donde la indiferencia paterna, la permisión absoluta y los excesos nocturnos contituyen la vida cotidiana de este pequeño grupo.
Por momentos el expectador podrá sentirse dentro de una gran publicidad lujosa donde el exhibicionismo es la regla principal de este grupo consumista, pero además en Adoro la Fama, podemos hacer una rápida lectura de la frivolidad adolescente que empapa a Los Ángeles. Sin embargo, Coppola retoma temáticas habituales en su corta pero interesante trayectoria en lo que a relaciones humanas se refiere: la falta de identidad personal, el descubrimiento de uno mismo, la vida a la deriva como una incógnita, y la soledad familiar.
A pesar de estos elementos que podrían haberse desarrollado y enriquecido la trama; el trato es superficial y banal, cercano a una mirada condescendiente que roza lo infantil, lo ingenuo y sobretodo lo repetitivo sin aportar demasiado más a esta producción que no escatima en lujos, pero sí en juicios de valor.