Abundan los casos de mujeres desempeñándose como espías o agentes secretos, en la vida real —Mata Hari— y en la ficción, desde donde surge un nuevo y rudo exponente.
La agente de la CIA Evelyn Salt (Angelina Jolie) planea festejar el aniversario de casados con su marido (August Diehl, de Bastardos sin gloria, otra peli reciente con espías femeninas), pero le toca interrogar a un misterioso espía ruso (Daniel Olbrychski). En un breve interrogatorio, el hombre revela información crucial: 1) Hay un complot para matar al Presidente de los Estados Unidos; 2) El responsable será un agente ruso, infiltrado desde tiempo atrás entre la sociedad norteamericana; 3) La asesina es Evelyn Salt. A partir de ese momento, la sospechosa (en más de un sentido, je), aunque dice no ser culpable, escapa de las oficinas de la CIA. Entre persecuciones, tiroteos, explosiones y atentados políticos, Salt deberá demostrar que es inocente. Pero... ¿es en verdad inocente?
En la película queda claro que Angelina disfruta esta clase de personajes: mujeres fuertes, astutas, inteligentes, capaces de disparar ametralladoras, pegar saltos de un camión a otro, escapar de sus rivales como una pantera. Una rol que le sienta genial a la esposa de Brad Pitt. Durante el film, para que sus perseguidoras no puedan encontrarla, adopta distintos colores y cortes de pelo, y hasta se caracteriza como alguien del sexo opuesto. La Jolie parece haber nacido para interpretar a Salt. ¡Y eso que originalmente el papel fue pensado para un hombre! (Más precisamente, para Tom Cruise, que prefirió hacer Encuentro explosivo).
Liev Schreiber está correcto, como de costumbre, y casi siempre con la misma cara. Su personaje es un colega de Salt que todavía cree en ella. El ingles Chiwetel Ejiofor también está bien en su rol de agente del FBI, pero todavía es un actor desperdiciado por las grandes producciones de Hollywood. Sí pudo lucirse en películas más chicas como Negocios entrañables, de Stephen Frears, y en Pisando fuerte, donde hacía de una drag queen.
Detrás de cámara, Agente Salt involucra a profesionales con experiencia en agentes secretos. Para empezar, está dirigida por Phillip Noyce, quien filmó las exitosas Juegos de patriotas y Peligro inminente, ambas protagonizadas por Harrison Ford (Además, Noyce le dio órdenes a Angelina en El coleccionista de huesos). Por su parte, el director de fotografía Robert Elswit trabajó en El mañana nunca muere, segunda película de James Bond protagonizada por Pierce Brosnan, y la inminente Misión: imposible IV, que dirigirá Brad Bird. Y el montajista Stuart Baird cortó y pego Casino Royale. Noyce, Elswit, Baird y el resto del equipo técnico le imprimen a las escenas de acción un estilo inmediato, realista, nada estilizado, propio de los policiales de los ’70. De hecho, los efectos especiales por computadora sin imposibles de distinguir.
Agente Salt está lejos de ser grandiosa, pero el carisma y la fuerza de Angelina Jolie, la labor de Phillip Noyce y las interesantes vueltas de tuerca del guión la convierten en un entretenimiento nada despreciable. Un film que, además, seguramente sin proponérselo (bueno, uno nunca sabe), coincide con al aparición de fantasmas de la Guerra Fría: unos meses atrás, en Nueva York, fueron arrestados diez sospechosos de ser espías rusos. Entre ellos, Anna Chapman, una hermosa pelirroja, prestigiosa en el jet set estadounidense, que hasta llegó a cambiar de color de pelo para confundir al FBI. Las coincidencias con el film son evidentes. ¿La vida imita al arte o qué?