Todo es ilusión
Definitivamente la tercera parece ser la vencida para Francis Lawrence, realizador de las apenas rescatables Constantine (2005) y Soy Leyenda (I Am Legend, 2007). Si vamos a ser justos con el hombre conviene recordar que su desempeño en aquellas aventuras no fue ni bueno ni malo, a simple vista pasaba desapercibido como cualquier otro asalariado del sistema hollywoodense: la primera película sufría de la presencia de un Keanu Reeves no muy inspirado (más bien en punto muerto) y la segunda de un Will Smith prototípico (acompañado como siempre de una catarata de latiguillos de manual y chistes lamentables).
La pulcritud narrativa y la destreza visual del director por fin encontraron un proyecto a su medida, capaz de exprimirlas sin necesidad de personalismos o tanta interferencia de los productores. La ambiciosa Agua para Elefantes (Water for Elephants, 2011) es en esencia un melodrama ambientado en las carpas de un circo nómada que durante la Gran Depresión de la década del ´30 se encuentra atravesando una profunda crisis. El joven Jacob (Robert Pattinson) queda en la calle luego de la repentina muerte de sus padres y termina como veterinario de una caravana de varieté comandada por el terrible August (Christoph Waltz).
Por supuesto que a nadie le resultará extraño que la esposa del señor, la bella Marlena (Reese Witherspoon), tenga más que un metejón con Jacob; circunstancia que empeorará paulatinamente con la llegada de la elefanta Rosie, junto a la cual ambos deberán construir un nuevo acto. El guión del especialista Richard LaGravenese, el de Pescador de Ilusiones (The Fisher King, 1991), Los Puentes de Madison (The Bridges of Madison County, 1995) y El Espejo Tiene Dos Caras (The Mirror Has Two Faces, 1996), ofrece -a partir de la novela de Sara Gruen- un triángulo amoroso súper clasicista y para nada intempestivo.
Tampoco nos olvidemos de aportes fundamentales como la fotografía de Rodrigo Prieto y sobre todo el diseño de producción de Jack Fisk, un verdadero veterano que trabajó con figuras de la talla de Brian De Palma, Terrence Malick, David Lynch y Paul Thomas Anderson. El elenco en su conjunto funciona de maravillas y el trío protagónico no es la excepción: Witherspoon cumple como una mujer aguerrida, Waltz reincide en lo hecho en Bastardos sin Gloria (Inglourious Basterds, 2009) y Pattinson levanta la puntería para lo que venía siendo su nivel standard en la saga iniciada con Crepúsculo (Twilight, 2008).
No cabe la menor duda de que estamos ante otra de esas propuestas cuyo principal mérito pasa por administrar con sabiduría los mismos viejos estereotipos de siempre vinculados al devenir fecundo del corazón. El film maneja un tono sosegado que permite un interesante desarrollo de personajes a través de situaciones verosímiles y diálogos precisos que se acoplan perfecto a una atmósfera enrarecida. Mientras que el leitmotiv gira alrededor de los entretelones más oscuros de la ficción escénica, Agua para Elefantes sorprende destruyendo la magia con una vehemencia nostálgica poco habitual en el cine mainstream.