“Había una vez un circo”, cantaban los payasos españoles Gaby, Fofó y Miliki. Y Agua para Elefantes podría resumirse en eso, con el agregado de una historia de amor.
La vida de Jacob (Robert Pattinson), un joven a punto de recibirse de veterinario, cambia para mal cuando sus padres mueren y pierde la casa. Si a eso le sumamos que son los años 30, durante la Gran Depresión... Solo, sin idea de cómo continuar con su vida, consigue trabajo en un circo, cuidando a los animales. La habilidad de Jacob para reconocer los problemas de salud de las subestimadas criaturas lo lleva a escalar al círculo de August (Christoph Waltz), el impredecible dueño del espectáculo. Al mismo tiempo, entre payasos y otras atracciones, conoce a Marlena (Reese Witherspoon) la trapecista estrella del espectáculo... y pareja de August. En este incipiente triángulo amoroso aparece Rosie, una elefanta que revitaliza el interés del público por el circo, y que sacará lo mejor y lo peor de los protagonistas.
Basada en la novela de Sara Gruen, la película fue escrita por Richard LaGravenese, que sabe de historias románticas con tragedias en el medio (Posdata: Te Amo). En este caso, se trata de un film romántico de época, con el ambiente circense como telón de fondo. De esta manera, sigue la tradición de film ubicados en contextos similares, que van desde El Circo, de y con Charles Chaplin, hasta Cirque du Freak: El Aprendiz de Vampiro, pasando por Freaks, de Tod Browning, y El Mayor Espectáculo del Mundo, de Cecil B. DeMille.
Francis Lawrence es un director arriesgado, con mucho ojo para lo visual. Eso se notaba ya en sus videoclips y en sus dos largometrajes anteriores: Constantine y Soy Leyenda. Aquí demuestra que supo recrear aquella época de hambre y desesperación en Estados Unidos y en el mundo, y lo hace a través del circo (un circo moribundo, donde los artistas son explotados y los empleados que ya no sirven son arrojados del tren en movimiento). Contó con muy buena ayuda por parte del director de arte David Crank y del director de fotografía Rodrigo Prieto.
De todos modos, Lawrence siempre promete más de lo que cumple. Sus films no son mediocres, pero por diferentes motivos —guión, actuaciones, elección de tono— tampoco llegan a ser geniales, aunque tienen con qué. No es Michael Bay, pero tampoco David Fincher. Sus mejores obras deben estar por llegar.
En cuanto al elenco, Robert Pattinson no logra despegarse demasiado de su imagen de galán triste, apenas expresivo, que también muestra en las películas de Crepúsculo. Todavía va camino a convertirse en un actor. Reese Witherspoon vuelve a demostrar que es una actriz que pone todo en sus personajes: Marlene se muestra fuerte y segura por fuera, pero en privado sufre y es vulnerable. Además, su caracterización como artista circense resulta muy creíble. Pero quien inevitablemente se roba sus escenas es Christoph Waltz (reemplazando a Sean Penn). Su August sigue la línea de los villanos que viene componiendo desde Bastardos sin Gloria: hombres que no sabés si te darán un abrazo o te romperán el cuello. Lo demuestra muy bien en una terrible escena no apta para quienes sufren con la crueldad hacia los animales. Evidentemente, Waltz seguirá en esa línea: interpretará al Cardenal Richelieu en la inminente nueva versión de Los Tres Mosqueteros.
Siguiendo con los actores, aparece en un breve pero muy emotivo rol el veteranísimo Hal Holbrook. También dice presente, Paul Schneider... pero el tapadísimo es Ken Foree. Este negro grandote supo ser el héroe de Muertos Vivos: La Batalla Final (título con el que se conoció en Argentina a Dawn of the Dead, de George A. Romero) y suele trabajar a las órdenes de Rob Zombie.
Agua para Elefantes es perfecta para ir en pareja, o para grupos de amigas, dispuestas a suspirar con Pattinson.
Ahora, a esperar el próximo y muy esperado —y salvaje— estreno ambientado en un circo: Balada Triste de Trompeta, de Alex de la Iglesia.