Una oportunidad más...
Como es sabido, la mayoría de los deportes no pasan de ser mecanismos simbólicos -cuanto más rudimentarios y primitivos, más eficaces- destinados a mantener adormecidas a las masas, en una suerte de letargo que no se diferencia demasiado del quietismo estándar de la fotosíntesis (el fútbol a la cabeza). De entre todas las disciplinas deportivas, la única que cuenta con la dignidad suficiente para destacarse es el boxeo porque nos recuerda cómo es el mundo para el “hombre de pie”: no es de extrañar, entonces, que haya inspirado opus cinematográficos prodigiosos -creando un subgénero- ya que boxeo y cine comparten esa típica propensión hacia los relatos centrados en batallas épicas y héroes muy marginales.
Podríamos decir a favor de Ajuste de Cuentas (Grudge Match, 2013) que es una propuesta que no se toma en serio a sí misma aunque en este caso no tanto en términos actitudinales sino más bien porque hablamos de una comedia bastante sencilla. El film nos ofrece la reunión en pantalla de dos “pesos pesados” de Hollywood y los clásicos boxísticos: Sylvester Stallone de Rocky (1976) y Robert De Niro de Toro Salvaje (Raging Bull, 1980), ambas obras maestras en sus propias coyunturas. Si bien ya habían trabajado juntos en la interesante Tierra de Policías (Cop Land, 1997), esta es la primera vez que se encuentran en un exploitation nostálgico, con vistas a recuperar aquel ímpetu aguerrido de antaño.
En los comienzos de la década del 80, “The Kid” (De Niro) y “Razor” (Stallone) fueron rivales acérrimos y se enfrentaron en dos combates que derivaron en victorias repartidas, pero la decisión apresurada del segundo de retirarse destruyó sus carreras. Así las cosas, 30 años después, terminan asintiendo ante la posibilidad del regreso vía una pelea “de desempate”, en una jugada que mezcla la necesidad económica con el hambre de venganza. Combinando fórmulas gastadas, la trama nos presenta en paralelo el encuentro de Kid con B. J. (Jon Bernthal), el hijo que tuvo fruto de una relación fugaz con Sally (Kim Basinger), ex novia de Razor, y el “revival amoroso” de éste con la señora de los cabellos platinados.
Quizás el problema principal de Peter Segal, el director, es que su mejor película continúa siendo su ópera prima, La Pistola Desnuda 33 1/3: El Insulto Final (Naked Gun 33 1/3: The Final Insult, 1994), ya que todo lo realizado a posteriori no contribuyó más que a ratificar su mediocridad. Aquí mantiene un tono intermedio entre la autoparodia y una seriedad de cotillón, de este modo el cúmulo de clichés no deja espacio suficiente para que los intérpretes puedan lucirse. La falta de novedad aplaca al convite y lo único rescatable es la belleza de Basinger y la escena en la que los dos veteranos “le ponen los puntos” a seudo disciplinas deportivas como la triste berretada de las “artes marciales mixtas” y aledañas…