Luego de pasar por la Competencia Oficial Argentina del BAFICI en el 2015, llega a las salas de cine Al centro de la Tierra: una docuficción dirigida por Daniel Rosenfeld.
A una distancia aproximada de 163 kilómetros de Salta capital se ubica Cachi, una localidad ubicada dentro de los Valles Calchaquíes. Entre los casi 3 mil habitantes se encuentra Antonio Zuleta, un hombre que asegura que en 1995 lo siguió una extraña nave gigantesca. Convencido de la presencia de Objetos Voladores no Identificados que visitan regularmente la zona, se dirige a todos lados con su cámara Súper 8, con la cual además realiza entrevistas a vecinos, quienes cuentan historias similares a la suya: presencia de luces raras en el cielo que no tienen explicación aparente.
Sin importarle los comentarios en su contra, y con una fe inquebrantable, Zuleta viaja a Buenos Aires para encontrarse con Fabio Zerpa, un parapsicólogo y ufólogo uruguayo residente en Argentina, quien reportó más de 3 mil avistamientos y contactos con OVNIS. El especialista cuenta con un arsenal de artefactos que permiten detectar señales infrarrojas y también campos magnéticos y que tienen como fin detectar la presencia de estos extraños objetos. A pesar de todo ese equipo el protagonista de esta historia asegura no confiar en esos aparatos.
El objetivo de Rosenfeld no fue realizar una película sobre la existencia de los OVNIS, sino que su verdadero punto está puesto en otro eje: la fe. Es por eso que a lo largo del metraje se muestran constantemente imágenes religiosas. No importan las cuestiones científicas o los datos duros sobre un hecho, sino que lo principal es la fe que uno deposita sobre aquello en lo que cree.
La película se encuentra construida a través de los ojos del protagonista. Es que nada importa más que la convicción de Zuleta. La fotografía -a cargo de Ramiro Civita-, se encarga en dejar este punto en claro. Los planos generales que muestran la inmensidad de Cachi y Tolar Grande, lugares donde se desarrolla gran parte del film, funcionan como paralelismo de lo imponente que es el tema al que se enfrenta el protagonista.
Al centro de la Tierra también tiene como foco la cuestión del legado. A sus 70 años, viudo y con dos hijos, Antonio está convencido de que alguien deberá seguir con su investigación el día que él ya no esté. Es por eso que decide llevar a su hijo al campo, para así enseñarle a utilizar una videocámara. De esta manera, Zuleta intentará transmitirle la pasión por los OVNIS a su hijo y asegurar la continuidad de la labor.