Una secuela que repite la misma formula de la primera parte, pero está muy lejos de defraudar. Ron Burgundy y Veronica Corningstone dejan atrás la ciudad de San Diego para radicarse en Nueva York junto con su hijo Walter Burgundy. Ambos conducen uno de los noticieros mas exitosos del país, pero cuando su jefe decide ascender a Veronica y despedir a Ron, todo cambia. Burgundy vuelve a San Diego, donde pasa sus días borracho trabajando en el acuario de la ciudad. Pero de repente una inesperada propuesta llega a su puerta. Freddie Schapp, un productor de Global News Network, le ofrece sumarse a este nuevo canal que contará con la particularidad de ser el primero en transmitir noticias las 24 horas del día. Ron acepta, pero primero deberá volver a reunir a su equipo de trabajo, con quien no se ve en años, y luego dirigirse a Nueva York. Aunque nadie en el canal espera algo de Ron y su equipo, una idea radical los posiciona en la en la cima de los ratings. Pero cuanto durará esta repentina nueva fama? I’m kind of a big deal Con el pasar de los años, la primera parte de Anchorman se fue convirtiendo en algo que podría considerarse como un clásico de culto. El film se metió de lleno en la cultura pop y, durante años, todos esperamos que algún día la secuela fuese una realidad. Ese momento llegó y Anchorman 2 se estrenó en cines (en Argentina lo hará, por ahora, en Abril y con el horrible nombre Al Diablo con las Noticias, el cual no pienso usar). Con las expectativas por las nueves tuve la oportunidad de ver el film, y me complace decir que no decepcionó en lo mas mínimo. Anchorman 2, en términos de estructura, no se distancia mucho de su antecesora. Sigue una linea argumental de la cual, por momentos, se distancia para favorecer el chiste por sobre la historia. Claro está que uno no entra a un film como este esperando una gran trama, pero resulta una grata sorpresa que, cuando decide contar algo, Anchorman 2 lo hace con mucha conciencia. Mientras que la primera parte hablaba, a grandes rasgos, de la integración de la mujer a un lugar de trabajo históricamente predominado por hombres, aquí Will Farrell y Adam McKay (ambos guionistas y el último también director) posan su “ojo critico” en la integración racial pero, por sobre todo, en el estado de los noticieros actuales, que se acercan mas a un programa de variedad. En el film, Ron Burgundy es el creador de esta nueva tendencia de mostrar las cosas que el público quiere ver y no las que realmente necesita ver. Un programa donde manda el rating y una sola noticia, por menos relevante que sea, puede ocupar el 100% de la emisión. Esto le termina dando una vida a Burgundy, quien con la fama en la cabeza nos entrega gratos momentos de diversión. Quien tiene un mayor protagonismo en este nuevo film es Brick Tamland (protagonizado por Steve Carell), quien vuelve a robarse escenas e incluso en esta oportunidad encuentra al amor de su vida interpretada por Kristen Wiig (Damas en Guerra). En mi opinión, el personaje mas flojo de la primera parte era Champ (David Koechner), pero aquí la historia es otra. Koechner entrega muchos de los mejores momentos de la película y gran parte de ellos son durante el comienzo. Quien se encuentra totalmente desaprovechado en esta oportunidad es Paul Rudd como Brian Fantana, quien ya desde el propio guión tiene menos protagonismo que en la primera entrega e incluso pocos de sus chistes terminan causando una verdadera carcajada. Will Farrell una vez mas hace un gran trabajo como Ron Burgundy e incluso la película nos regala una gran cantidad de importantes cameos de famosos. Muchos de ellos se dan durante la pelea entre periodistas, algo similar a lo que ocurre en la primera parte, pero que en este caso la palabra EPICA le queda chica. A pesar de repetir la misma formula de la primera parte en cuanto a historia y estructura, la gran mayoría de los chistes funcionan a la perfección. Para serles sincero, creo que son muy muy pocos los films en los que me reí durante todo el metraje. Anchorman 2 es uno de ellos. Hay momentos de verdadera genialidad cómica, tanto Farrell como McKay manejan a la perfeccion el ridículo y en muchas ocasiones no temen ir mas allá. Conclusión Anchorman 2: The Legend Continues (o Al Diablo con las Noticias acá en Argentina) es una excepción a la regla de que las segundas partes nunca fueron buenas. ¿Es mejor que la primera parte? Difícil de decir, son muy similares en muchos sentidos y eso quedará en la opinión de cada uno. Por su parte este film ofrece una buena historia, brillantes interpretaciones y casi dos horas de carcajadas sin parar. Si disfrutaron de la primera parte, muy difícilmente vayan a salir decepcionados de la segunda. En lo personal, ya estoy esperando la tercera… solo espero que no se vayan a tomar 10 años nuevamente para hacerla. - See more at: http://altapeli.com/review-anchorman-2-legend-continues/#sthash.eitzhW2W.dpuf
La noticia rebelde. Algo que admiro de la comedia americana actual es la magnitud sadista que maneja respecto a los dilemas sociales y morales que uno puede tildar de delicados, en tanto consensuados por los medios. Desde cuántos chistes sobre judíos pueden meter en un capítulo de Padre de Familia, a la falta de filtro frente a referencias post 9/11. Esto me obligó a encariñarme con comediantes artísticamente psicóticos, juglares idiotizados, pero no por eso carentes de cierta bajada de línea. Viendo Al Diablo con las Noticias, la tan esperada secuela de El Reportero, aquella bizarreada del 2004 comandada por el desaforado Will Ferrell, no pude evitar festejar la cantidad de chistes racistas y misóginos que ésta dispara a quemarropa. Allí lo tenemos a Ferrell, encarnando nuevamente al conductor estrella Ron Burgundy, hablando frente a cámara con su tono canchero, advirtiendo a los ciudadanos sobre las consecuencias del crack mientras comparte una pipa en el estudio; y a la vez pienso en el Mugatu de Zoolander diciéndonos cuánto le divierte a los chicos esclavos de Malasia trabajar en las textiles. El que me regocije de la risa sin culpa se debe al atractivo hilarante que despierta Ferrell, el Hannibal Lecter sin bozal de ese semillero radical que es Saturday Night Live, y la triste realidad camuflada que alguien como Burgundy nos puede decodificar. La historia nos sitúa a principios de los ochenta, un tiempo después de los eventos sucedidos en El Reportero. Ahora Ron y Verónica (Christina Applegate) están felizmente casados, tienen un hijo y lideran el prime time de noticias de San Diego, pero luego de que el presidente del canal despidiese a Ron y ascendiera a Verónica, éstos se separan, dejando a nuestro reportero en la ruina artística. Tentado para formar parte de una nueva señal que inauguraría el formato de noticias durante 24 horas, Ron sale a reunir a su antiguo equipo de presentadores (Steve Carell, Paul Rudd y David Koechner) y no descansará hasta volver a ocupar el lugar que le pertenece dentro de los medios. Si la primera entrega resaltaba el accionar de una sociedad machista frente a la amenaza femenina en el ámbito laboral, esta secuela se permite apuntar más alto con la degradación de una mujer de color (desopilante la escena en que Ferrell no puede parar de repetir la palabra “negra”), sumando las demandas de una naciente televisión basura, fruto de la desigualdad urbana que se incrementaba hacia fines de los setenta. La ligan australianos, canadienses, el blaxploitation, y una larga lista de perjudicados. Y por si esto fuera poco, una batalla de cameos sorpresa que incluye un fantasma y hasta un minotauro. Al Diablo con las Noticias es la deformidad psicodélica de un monstruo que a Ferrell y el director Adam Mckay se les salió de control hace una década atrás, a consecuencia de una fórmula que se sabe anárquica y anabólica. Una joyita compartida entre amigos que con el tiempo se infló tanto que su contraataque no podía ser menos delirante.
El amo de la sátira Segunda entrega de un relato que supo conquistar a muchos amantes de este peculiar estilo de hacer humor. Adam McKay engendró en el 2004 la primera parte de la historia del carismático y desternillante presentador de noticias Ron Burgundy, bajo la interpretación de Will Ferrell. En aquella oportunidad, todo tenía lugar en los años setenta; mientras que aquí, nuestro protagonista se ubicará en la etapa ochentosa. Ron y Veronica Corningstone llevan adelante, desde la conducción, uno de los noticieros más importantes y afamados del país. Una dificultad surge en la relación cuando a Veronica la ascienden y a Ron lo despiden, desvalorizándolo. A partir de allí, a Burgundy le cuesta encontrar y retomar el rumbo, hasta que lo convocan de una flamante cadena denominada GNN. El canal innova al lanzar la metodología de 24 horas diarias de noticias. Ron ve la oportunidad de volver a ser y acepta la propuesta, lógicamente citando a su conjunto de audaces compañeros para formar un equipo intrépido, extravagante y alocado para desparramar información con su característico y chispeante tono. Anchorman 2: The Legend Continues tiene un target bien definido. Constituye ese apartado de comedias absurdas que tanto gustan a un cúmulo de personas y al que tan poco sabor le encuentran determinados paladares cinéfilos. El film porta la energía y el desenfreno necesario para desenfundar una serie continua y casi infinita de bocadillos, uno tras otro y, como marca registrada de la casa, cada gag más disparatado que su precedente. La tendencia aquí, en el espectador que disfruta de estas jugosas y singulares historias, es la de descostillarse de risa por el simple hecho de lo delirante y poco lógico que pueda tornarse o plantearse una situación, respuesta o secuencia. En el film, todo puede suceder: podemos presenciar al personaje de Steve Carell dar un discurso en y de su “propio velorio”, a Will Ferrell alimentando a un tiburón con un biberón e, incluso, en apetitosos cameos, ver coincidir en escena a Will Smith, Jim Carrey y hasta al propio Liam Neeson, todos desde la lógica caricaturesca y sarcástica que prima en la cinta. ¿Algo tiene sentido en Al diablo con las noticias? Prácticamente nada, y de eso se trata, puesto que, valga la redundancia, ese es el sentido o eje movilizador de la proyección, el de disparar y ejecutar una broma tras otra desde el delirio que acarrea de antemano cada circunstancia. Si bien no todos los momentos tienen el mismo nivel de gracia y algunos pecan de repetitivos, el recurso a la sátira hacia los medios masivos de comunicación y a los programas dispuestos a sacar al aire y desvirtuar cualquier información con total de reinar en el rating es válido, dinámico y gozoso. LO MEJOR: el sinsentido propio de las situaciones para hacer reír al espectador. El reparto, las carcajadas de Carell, las caras de Will Ferrell. El tono satírico de la narración y los cameos hacia el final. LO PEOR: quizás más extensa de lo que debiera ser un film de este tipo. En instancias abusa de la iteración de chistes. PUNTAJE: 7,5