Pablo E. Arahuete (CineFreaks):
Una película, un set
Alas nació como un proyecto de la carrera de Imagen y sonido de la Universidad de Buenos Aires en el año 2005 y a partir de una serie de contratiempos, sorpresas agradables -otras no tanto- y la extrema necesidad de terminar su primera película, el director Ariel Martínez Herrera junto a un incondicional equipo cumplieron su objetivo y comenzaron a transitar el circuito festivalero como el Marfici para finalmente conseguir un estreno limitado en estos días (Jueves 21hs en Monserrat, Capital; Viernes 20:30hs en San Telmo, Capital; Sábado 21hs en Haedo, Zona Oeste y Domingo 18hs en Palermo, Capital).
Las condiciones precarias en las que fue concebido y rodado el film, la impronta artesanal de cada una de sus escenas, representan su esencia y desde ese punto es justo reconocer que funciona como un excelente ejemplo de utilización de recursos así como de la reivindicación del espíritu independiente con letras mayúsculas.
La particularidad obedece a que por circunstancias extra cinematográficas –tal como explicara el propio Martínez Herrera en entrevistas- no se le permitía sacar la cámara del perímetro de la universidad, convertido así en un set de filmación para montar y desmontar decorados como si se tratara de una obra de teatro entre escenas, aspecto al que debe sumarse la utilización de back projecting (pantalla de fondo) para recrear exteriores, elemento que también aporta su cuota de absurdo muchas veces cuando no se corresponde el fondo con lo que sucede en el relato y que también de acuerdo a dichos del director son consecuencia de errores involuntarios.
El derrotero elegido para contar un día en la vida del oficinista Jiménez interpretado con naturalidad por el director Fabián Forte (La corporación, 2012) avanza en una suerte de compendio de contratiempos y mala suerte en sintonía con situaciones cotidianas con las que cualquier espectador podrá sentirse identificado en más de una ocasión. Esa pesadilla que deviene infierno toma también el recurso narrativo de la road movie y desde ese pilar se van uniendo diferentes personajes circunstanciales, a veces con planteos absurdos y otras con apuntes humorísticos con resultados irregulares.
Rostros conocidos como los de Nahuel Pérez Bizcayart o el de Inés Efron suman a la propuesta cierta cuota de originalidad. Es destacable sin embargo la puesta de cámara teniendo en cuenta el reducido espacio para organizar también la puesta en escena y la manifiesta exposición del artificio cinematográfico como sucede desde el primer minuto en que se escucha la palabra acción.
Con sus altibajos e irregularidades que se transforma por la propuesta en méritos más que defectos, Alas respira independencia y contagia su desenfado y desparpajo porque no se cree más de lo que propone y en ese sentido su mayor virtud es hacer de la limitación de recursos un puente de absoluta libertad creativa.
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