Cosas imposibles
Tim Burton y una adaptación visualmente asombrosa, pero falta de misterio.
La combinación suena ideal en los papeles: Tim Burton, uno de los directores de más excéntrica imaginación, haciéndose cargo de llevar al cine uno de los libros más extravagantes de la literatura, y no sólo la infantil: Alicia en el País de las Maravillas. Y sí, los papeles eran los correctos. Burton es el indicado y lo que logra en ésta, su primera superproducción en 3D, es precisamente eso: ser el indicado y el correcto. Ahora, ¿es eso lo que uno busca cuando se mete en el universo de Lewis Carroll? ¿Y en el del creador de El jóven manos de tijera?
Con la ayuda de la frondosa imaginación expuesta por el autor británico en sus dos libros -el filme cruza personajes y situaciones de Alicia en el País de las Maravilas y de A través del espejo, más un marco inventado por la guionista Linda Woolverton-, Burton da rienda suelta a su propio universo de maravillas para convertirse en una suerte de ilustrador de lujo de la historia de Alicia, una chica de ahora 19 años que, escápandose de un matrimonio arreglado y de la pacatería de la sociedad victoriana, se mete en "la madriguera del conejo" para introducirnos en Underland, ese fantástico universo en el que las proporciones desaparecen, los animales hablan, las caras se desentienden de los cuerpos y el lenguaje pasa a ser algo así como un gran efecto especial.
Con el aporte de Mia Wasikowska en el rol de Alicia -una gran actriz, aquí algo atada por un guión que la pone siempre a observar lo que sucede con una mirada siglo XXI cargada de psicologismos feministas básicos- y el habitual despliegue de excentricidades de su amigo Johnny Depp (como El Sombrerero Loco) y su esposa Helena Bonham-Carter (haciendo a la Reina Roja con un impecable timing cómico y robándole la película a Depp), Burton pone a Alicia regresando a ese lugar de sus sueños/pesadillas y debiendo ser la encargada de liberarlo de los dominios de esa malvada Reina para devolverlo al de la supuestamente más sensata Reina Blanca (Anne Hathaway). Para eso, claro, debe perder sus miedos y derrotar al malvado dragón Jabberwocky.
Usando y reacomodando las piezas de Carroll (están Tweedle-Dee y Tweedle-Dum, pero no Humpty Dumpty; las cartas desaparecieron y el ajedrez sólo aparece si uno se fija en los detalles), Burton entrega el esperable festín visual, otra ensalada alucinógena que, tras el frondoso mundo de Pandora que vimos en Avatar, nos invita a pensar que, definitivamente, la psicodelia de los '70 está de vuelta.
Pero a la película parece, a la vez, faltarle y sobrarle algo.
¿Qué le falta? Pese a lo que Burton dice que trató de hacer, no parece haber demasiada palpitación vital ni real misterio en la historia: las oscuras emociones que el director solía soltar hasta en franquicias como Batman han sido domesticadas al exceso. Parece que, en la vieja disputa Burton/Disney, la empresa ganó la partida incorporando sus antes intensas imágenes en formas aceptadas y convencionales para sus grandes filmes. De hecho, una versión Pixar de Alicia podía haber sido, por la vía del sinsentido verbal especialmente, más original.
¿Y qué le sobra? Trama. Alicia era la excusa perfecta para que Burton dé rienda suelta a lo que algunos consideran uno de sus defectos: su predilección por lo episódico, arbitrario y hasta lo confuso. Pero no. Las manos de Woolverton (La Bella y la Bestia, Mulan) conducen todo hacia el territorio de lo obvio (la batalla entre el Bien y el Mal, la recuperación de Alicia de su "muchness"), más cerca de Las crónicas de Narnia que de las zonas más misteriosas que uno espera del realizador.
Pese a lo apuntado, y tomando en cuenta que a los preadolescentes y niños a quienes está dirigida la película el apellido Burton no significa nada, Alicia... es un gran espectáculo visual, con muchos momentos para el placer y el asombro, superior en ese sentido a la mayoría de los relatos fantásticos que circulan por la cartelera.
Pero para los que esperamos muchness de parte de Tim Burton, la película perfecta sobre el tema ya se hizo hace poco y lo involucra. Se llama Coraline y la puerta secreta. Esta Alicia..., pese a tirarse todo el colorido placard encima, no puede opacarla.