Ejercicio de la memoria a la Burton.
(Nota: se pueden saltar esta intro)
Uno intenta ser lo más objetivo posible, aún siendo consciente de que la objetividad es una utopía que no se la cree nadie. En films como estos, sea de quien sea, en el que está impreso todo un ejercicio de la memoria sentimental y sensitiva (hasta olores pueden venir con una propuesta así), resulta casi imposible definir el todo sin caer en viejos amores u odios para con el contenido, por lo que la conclusión terminará estando sujeta expresamente a la combinación entre la devolución del producto artístico y esa serie de emociones hilbanadas en la mente y el corazón, y que tanto influyen en la observación y lectura. Esto es a lo que están prevenidos antes de leer esta crítica de Alice in Wonderland, un raro experimento de laboratorio Sci-Fi entre Walt Disney Pictures y Tim "sigo siendo un loco" Burton.
Para un jóven nacido a principios de los '90, es inevitable rememorar aquella cinta animada en la que se vio sumido por completo en un mundo de fantasía -sin caer en la cuenta de que estaba adaptada a una gran novela llena de alegorías, simbolismos y una fuerte crítica socio política- y que tanto lo influyó en sus juegos y travesuras durante la niñez, así como también formar parte del comienzo de la construcción de una filmoteca bastante gorda que a hoy día sigue creciendo más y más. En la corta y casi inexistente carrera actoral de este jóven (que escribe estas humildes líneas), le tocó interpretar a uno de los personajes que integran el reparto de este nuevo opus del director de obras memorables como Sleepy Hollow, Edward Sissorhands, Batman, y más recientemente otras como Charlie and the chocolate factory o Sweeney Todd: The Demon Barber of Fleed Street. Aún cuando ese personaje sea extrictamente imaginario (por lo tanto hecho por computadora), es imposible para el jóven no tener un lazo sentimental con el susodicho, que no es otro sino el famoso Cheshire Cat, también conocido como el Gato Risón. Verlo desde un punto de vista "burtoiano" no hacía más que incrementar los deseos por ver esta película, que terminó resumiéndose en lo siguiente:
Estamos ante un "démosle rienda suelta, pero hasta cierto punto" por parte de Disney, que dejó en las alocadas manos de Burton esta remake (o también aceptablemente interpretada como secuela) del clásico de la industria de Mickey. ¿Qué hace que uno no logre distinguir entre una cosa y otra? La ambigüedad del concepto. Mientras el director de Big Fish atormenta a niños y grandes con un paisaje austero y poco "maravilloso" en su mirada respecto a Wonderland, Disney le da esa cuota de cursilería típica para terminar englobando un todo completamente ambivalente. En conclusión, nos vamos de la sala habiendo visto una mezcla entre Hook de Steven Spielberg, Lord of the Rings de Peter Jackson y The Nightmare before Christmas de Henry Selick. Lo sé, es odioso comparar obras, pero es inevitable encontrar la influencia que Burton recibió de estos films para realizar su versión de las aventuras de Alicia, que ahora es una muchacha de 19 años que huye del matrimonio y debe derrotar a una bestia gigante para salvar la Infratierra (¿?).
No obstante, se puede apreciar un gran trabajo artístico, tanto en el vestuario como en los decorados y la manipulación del CGI para lograr ciertas cositas. El reparto es muy destacable, con la fórmula 'Depp + Bonham Carter = éxito' cumpliéndose a rajatabla para el imaginativo cineasta. La caracterización de Helena Bonham Carter en el papel de la reina roja es de lo mejor de la película, junto con la recreación de los gemelos y el tan esperado Gato Risón. Johnny Depp vuelve a encontrarse con un personaje que tranquilamente puede ser de su invención, como le pasa en esta ocasión con el Sombrerero Loco, pero tiene demasiado guión para enaltecer su imágen innecesariamente, por lo que exaspera bastante su reiterada presencia en algunas secuencias. La jóven y prometedora Mia Wasikowska está aceptable en su actuación, descubriéndose constantemente a lo largo del excesivo metraje de la cinta. Por último, se rescata una interesante y llamativa participación de Anna Hathaway como la reina blanca, pero de ahí para abajo (remarcando apenas la voz de Alan Rickman como la oruga azul) sólo nos encontramos con el típico ridículo de Crispin Glover y su cabellera larga, un guión básico hasta reventar y una dirección sin muchos méritos.
Es un disfrute considerable, pero para lo que aspiraba sabe a muy, pero muy poco. Por momentos, decae aparatosamente y se convierte en un ejercicio tedioso de la memoria sentimental, sólo apta -por supuesto- para aquellos que disfrutaron tanto de la novela de Lewis Carroll como de la versión edulcoanimada de los '50. No es el tipo de mundo que uno espera, ni mucho menos la aventura, pero es Burton, y todos lamerán las botas de este producto por los nombres del director y sus intérpretes; allá ellos.
Eso sí, una cosa es clara: no quedaremos indiferentes ante esta nueva versión de Alice in Wonderland. Aunque sí un tanto desilusionados.