Una historia a la que le faltó vuelo
Lo que le pasa al alcalde de Lyon, Paul Théraneau, es algo que le sucede a muchos políticos de aquí y de allá: la falta de ideas. Desde ese lugar, el director Nicolas Pariser, que ya había demostrado su mirada ácida hacia la clase política en “El gran juego”, decide poner en marcha la historia de esta película. Al principio, quien la vea sentirá cierta desilusión (al menos es mi caso), porque el trailer del film apunta más a una comedia disparatada. Pero no. Aunque quizá el género drama le quede un poco grande, no deja de ser grave lo que le sucede a este alcalde ni es menos problemático lo que le toca a Alice Heinmann (Demoustier), una joven lúcida con algunos conocimientos de filosofía, quien será convocada para “desarrollar ideas” inspiradoras en el gobierno de Lyon. “Alice, dejé de pensar hace veinte años, necesito que me hagas pensar”, le dice el intendente (Luchini), con más hastío que desesperación. Quizá faltó que el realizador aprovechara un poco más el costado divertido de este consagrado actor francés para que la película tomara otro vuelo. Esto no es “Desde el jardín” donde un Peter Sellers brillante hacía creer a todos que era un gran político. Aquí Luchini sabe que es un gran político pero no tiene ganas de pelear en un entorno atomizado entre la derecha y la izquierda. Cualquier parecido con la realidad argentina no es mera coincidencia. Lo concreto es que la historia se va de desandando entre la relación de un intendente a la deriva y una joven asistente que viene de otro universo, que se tienta ante las luces del poder, pero no está del todo convencida en ser parte de ese mundo. Lo penoso es que la película nunca despega. A Pariser le faltó darle una vuelta de tuerca para que esas contiendas políticas adquieran un tinte más bizarro. Pero no, casi sin ideas como el intendente, apenas se quedó con diálogos ya vistos y oídos sobre las internas partidarias, y en los celos de la mesa chica ante la llegada de una joven dama extrapartidaria, que tampoco fue aprovechado al máximo para que la sangre llegase de alguna buena vez al río. El cierre, con un encuentro entre los protagonistas después de un tiempo, intenta poner un moño políticamente correcto a la historia. “Alicia y el alcalde” termina siendo una película que se queda a mitad de camino entre la comedia y el drama, sin llegar a ser ni una cosa ni la otra. Quizá en la próxima de Nicolas Pariser se anime a quemar las naves y coronar algo mejor.