Coescrita y coproducida por James Cameron (Titanic, Terminator, Avatar) llega a los cines Battle Angel: la última guerrera, una película dirigida por Robert Rodriguez y basada en Gunnm, el manga japonés de Yukito Kishiro.
La trama se sitúa en el año 2563 en Iron City, una metrópolis ubicada a la sombra de la ciudad flotante de Zalem. Dyson Ido (Christoph Waltz), un médico especializado en la construcción y reparación de cyborgs, encuentra en los terrenos baldíos la cabeza y la columna de una androide que tiene al menos 300 años de antigüedad. El hombre se lleva los restos a su casa y comienza un trabajo para reconstruir la figura. Le coloca el cuerpo que había hecho especialmente para su hija discapacitada (la cual murió en un robo) y nuevamente la pone en funcionamiento y la nombra Alita (Rosa Salazar), que también resulta ser el nombre de su hija fallecida.
La ¿joven? en cuestión sufre de amnesia e irá averiguando sobre su pasado a medida que avanza la trama -aunque esto está explicado de una forma fugaz y torpe-. Mientras tanto Alita tratará de llevar a cabo una vida de adolescente normal: tener un grupo de amigos, jugar al Motorball, pelearse con su ¿padre? y, por supuesto, enamorarse. La adolescente se enamora al instante de Hugo (Keean Johnson), un joven mecánico de la zona.
Lo que Alita sí descubre casi inmediatamente -y en lo que se pone mucho más foco que en su pasado por saber quién es–, es su gran habilidad para el combate. Esto la llevará a convertirse en una cazarrecompensas. También la llevará a otras situaciones de riesgo como enfrentarse a la ex esposa de Ido, Chiren (Jennifer Connelly), Vector (Mahershala Ali), el mandamás del deporte del momento, y Zapan (Ed Skrein), otro cazarrecompensas.
La forma en la que se aborda el trasfondo de Alita resulta superficial y algo tirado de los pelos. Robert Rodríguez no le da mucha importancia al pasado de la protagonista, por lo que en ocasiones el accionar de ésta resulta inverosímil y exagerado. La misma protagonista parece no mostrar interés por su pasado, salvo en ocasiones fundamentales, es decir, cuando es necesario para la trama -como el hecho de requerir un nuevo cuerpo robótico para ser más fuerte todavía-.
Otro de los problemas en Battle Angel: la última guerrera, es que focaliza la motivación de Alita en su amor por Hugo. La joven se muestra dispuesta a realizar cualquier cosa con tal de permanecer a su lado. Este romance resulta forzado y estereotipado, y se termina asemejando más a una relación sacada de una novela destinada a un público juvenil. ¿Relación de adolescentes en un futuro postapocalíptico? ¿Jóvenes enamorados dispuestos a hacer cualquier cosa por el otro? ¿Jurarse amor eterno con alguien que poco conoces? Estas cuestiones se reproducen constantemente en este tipo de historias, y Battle Angel… no es la excepción.
Las escenas de acción, por su parte, son una de las cuestiones más llamativas de esta película. Logran aportarle dinamismo a una trama que intenta mucho pero logra poco. Las secuencias de combate están manejadas de manera eficaz y logran acompañar (y realzar) el potencial de la protagonista. Visualmente la película resulta imponente, impactante y bella. El CGI sobre Rosa Salazar combina el aspecto animado de Alita (sus ojos se asemejan a la perfección a los personajes de anime) con un lado humano.