En esta tercera entrega de las nuevas aventuras de Alvin y sus amigos, las vacaciones a bordo de un crucero de lujo no serán tan perfectas como se veían en los folletos de la agencia de viajes. Un barrilete y mucha mala suerte llevarán a las seis pequeñas ardillas hasta una isla aparentemente desierta. En plan de rescate, los seguirán Dave y su ex manager ahora devenido en mascota del crucero.
Un volcán a punto de erupcionar, una inestable naufraga con problemas psicológicos y un tesoro invaluable escondido en las entrañas de una cascada serán parte de estas vacaciones para nada distendidas.
Más allá de agotar la fórmula que consagró esta nueva etapa de Alvin hace ya un par de años, el gran defecto de “Alvin y las ardillas 3” es subestimar a su público y entregar poco más que un borrador de lo que la historia debería haber sido. Poco ingenio, menos humor y escasas sorpresas.
No obstante, Jason Lee está allí para enternecernos en su rol de “padre” de las ardillas y la selección musical, con la mayoría de los últimos hits pop que arrasaron en los rankings, es sencillamente ideal.