sta es la última entrega de una saga multimillonaria y el argumento (o la falta de él) está planteado desde hace tiempo. Pero aún así es que la que más floja me ha parecido de todas, lo cual me decepciona porque fui seguidora de todas las entregas y los libros. (Lo confesé y todo)
Después de que la entrega anterior nos dejara al vilo para poder ver a Bella vampiresa, esta vez no empieza con ella narrando como solía ser. Los bosques aparecen petrificados a los pies de la cámara sin introducirnos al problema de Bella en ese momento. OK, puede ser porque esté muerta pero hubo un quiebre innecesario ahí. También me sorprendieron los títulos que abandonaron la forma que tenían siempre de evocar el fenómeno (Crepúsculo, Luna Nueva, Eclipse) del que hablaban. Me imaginaba algo mucho más sangriento y pasional en esa introducción que fue nada. Y la secuencia de títulos dura como tres minutos...
En este caso Edward y Bella (felizmente casados), tienen que defender a su hijita de la furia de los Volturi y en realidad proteger a su clan porque se convirtieron en una amenaza para esta suerte de “realeza” de los vampiros. Pero no termina de quedar ese sabor a enfrentamiento si el resto de los de su clase no son convencidos para tomar uno u otro lado. La película se convierte, así, en un desfile de vampiros muy simpáticos, pero que dan lo mismo que nada. No se sabe mucho de sus vidas, da lo mismo cómo los reclutan o cómo los conocen. Y esto dura una hora más o menos…
Por otro lado, los efectos especiales utilizados en Reneesme cuando es beba son paupérrimos. Parecen literalmente cortados y pegados de otro lugar. Teniendo la posibilidad de poner una beba preciosa e intentar hacerlo realista, ¿Tenían que irse a ese extremo? Y esto, desgraciadamente, aparece unos diez minutos en pantalla…
Me faltó Charlie en esta entrega. El personaje del padre de Bella es uno de mis favoritos pero queda desdibujado absolutamente. Casi parece como si lo hubieran solucionado de un plumazo por falta de presupuesto. Y eso que tiempo le sobra por todos lados a la película.
Como si eso fuera poco (y lo cuento para que no esperen escena post credits) los créditos finales estilo obituario con la “canción de cuna de Bella” son espantosos. De verdad. Y duran como seis minutos más. Y la gente de la sala no te prende las luces.
Pero el drama está presente y promete mejorar…pero no cumple. Y esto dura las dos horas y pico de la película.
En cuanto a las actuaciones, si bien son empalagosos para el resto de los seres humanos, no se puede negar la química de la pareja principal y la belleza de ambos. Remarco al vampiro Garret y a Benjamín que fueron los más simpáticos de los miles que circularon por pantalla. Michael Sheen como Aro, como siempre soberbio (uno de esos actores que no me canso de ver) y creo que hay pocos personajes a los que le deseé una muerte tan dolorosa como a la Jane que construye Dakota Fanning.
Sostengo que mucha de la falla está en la adaptación. No importa que esté basada en una novela porque nada obliga a que sea literal el paso de un soporte a otro, me parece que desaprovecharon contar historias, desarrollar personajes, hacerla intensamente más dramática y alargaron escenas que no tenían sentido. Casi la viví en tiempo real.
Es muy probable que esto sea porque fue Stephanie Meyer la que la produjo. Se enamoró de su forma de ver su mundo y no pudo despegarse.
Sé que la película va a ser un éxito no importa lo que yo escriba de ella, pero quiero ser justa y seria con la crítica como siempre lo he sido. Los vampiros no envejecen, pero yo sentí que tenía 80 cuando salí. Eterna. Y no pasa nada.