La pachanga de vampiros
Bella confirma que su tiempo como humana terminó, pero a la vez asegura que nunca se sintió tan viva. El amor por Edward está en su punto más alto y la presencia de su hija Renesmee no hace más que cristalizar esa pasión que supera el paso del tiempo. Pero en este cierre de saga nada es lo que parece. Y todo será cuesta arriba. Bill Condon, que también dirigió aquel novedoso comienzo en “Crepúsculo”, le supo encontrar la vuelta a esta película para que la trama edulcorada vire para el lado de las batallas, cada vez más impactantes, y hacia el concepto de priorizar la unión familiar por sobre todo. Así, Bella hará lo imposible por defender a su hija de los villanos, en una historia donde justamente la pelea entre familias adquiere protagonismo. Los efectos especiales son otro atractivo clave, en una producción en la que se resalta la fotografía y la edición de sonido. En un filme en donde se destacan los roles secundarios de Martin Sheen y la argentina Mia Maestro, se redondea una historia entretenida, dinámica y hasta con algún toque de humor. Como si fuera poco, el cierre guarda una sorpresita que le dará una sonrisa a los fans. Como dato de color, las salas llenas y con mayoría de público adolescente invitan a pensar que el marketing del amor vampiro es una tentación para la industria cinematográfica. No sería tan extraño que lleguen otros crepúsculos a la gran pantalla.