Desde que se conocieron en un campamento adolescente, Emma y Adam han tenido ganas de ver si podían llegar a empezar una relación. No lo hicieron ni a los 15 años, ni una década después cuando se cruzaron en el funeral del padre de ella, ni siquiera ahora que están a punto de cumplir la treintena. Con sus vidas más o menos encarriladas en sus profesiones (ella es una promesa de la medicina en el hospital donde trabaja y él aspira a convertirse en guionista de la serie teen de la cuál es asistente de producción) y un completo desorden amoroso (la novia de Adam lo dejó por el que hasta entonces era su suegro y Emma ni siquiera piensa en los hombres) deciden llegar a un acuerdo.
Para proteger su amistad mantendrán una relación libre, sin celos, recriminaciones, con canilla libre de sexo, salidas, ratos compartidos… pero nada de regalos cariñosos, planes a futuro o enamoramiento: sólo serán “amigos sexuales”, como a ellos le gusta definirlo. Pero después de tanta intimidad, ¿puede sobrevivir una amistad libre de amor?
Dirigida por Ivan Reitman, la nueva comedia romántica protagonizada por Natalie Portman y Ashton Kutcher (¿alguna vez se sacará el traje de él mismo como logró hacer para “El efecto mariposa”, su mejor filme hasta la fecha?) rebalsa de clichés, de diálogos supuestamente simpáticos que terminan siendo vacíos, de risas y caídas de ojos repetidas una y otra vez… en fin, de una falta casi total de gracia y divertimento. La conclusión que se puede sacar al ver esta película es que admirar el trabajo de la aquí deslucida Portman en “El cisne negro” es algo que no tiene desperdicio.