Amable retrato de familia
El film rehúye los formatos conocidos y propone veracidad y ternura
Cinco jornadas decisivas en la historia de una familia como tantas otras. Ni una disfuncional de esas que tanto frecuenta el cine contemporáneo, ni una que sirva de modelo. Porque este film que se llevó tres premios César y confirmó los buenos pronósticos que había merecido Rémi Bezançon con su ópera prima, Ma vie en l´air (2005), carece, felizmente, de algunos ingredientes clásicos de este tipo de historias: por ejemplo, almíbar y moralejas. Tiene, en cambio, frescura, sinceridad, cierto encanto. Bezançon adopta un medio tono que favorece al relato y le permite abordar temas dramáticos, sentimentales o risueños sin caer en la apelación lacrimógena, el exceso de azúcar o la caricatura.
Los cinco capítulos abarcan doce años de la vida de los Duval (1988-2000) y coinciden con otros tantos momentos críticos, vividos por cada uno de sus integrantes.
Son ellos el padre, taxista, lacónico, fumador empedernido y víctima aún de la invariable descalificación de su propio padre; la cariñosa madre, que no resigna al paso de los años y aun añora a la jovencita hippie que fue hasta ayer; el hijo mayor, independiente y de fuerte carácter, cuyo abandono del hogar ocupa el primer episodio; el hijo menor, rockero, sensible y tan inconstante como desorientado, y la pequeña rebelde que hace sus primeras y dolorosas experiencias en el amor.
Ni film coral ni relato en episodios ni fábula narrada al estilo Amélie , hay un poco de todo de eso en Amor de familia , que sin embargo rehúye los formatos conocidos y propone un retrato amable pero veraz, gracioso y discretamente tierno. El mérito corresponde tanto a un libro que sabe ser inteligente sin alardear y consigue hacer emocionantes los pequeños conflictos cotidianos (sobre todo los que se viven en la adolescencia) como a un elenco que se gana de entrada la adhesión del espectador. Y, por supuesto, al dinamismo y la delicada sensibilidad de Bezançon, dueño de un estilo tan personal como accesible.
Son infinitos los atractivos de la banda sonora, en la que se cruzan Janis Joplin, Blossom Dearie y Lou Reed, entre muchos otros.