La vida en jerga aeronáutica
Jason Reitman viene demostrando desde Juno una pasta de director muy llamativa, tanto por su originalidad, como en la estética de sus films y los planos que elige, convirtiéndolos en un personaje aparte, que dice tantas o más cosas que el guión propiamente dicho. Y es lo que vuelve a suceder (y a Dios gracias) en Up in the air, una historia contundente en su mensaje, ácida en cuanto al cómo, y directa y fría en el porqué. Una joyita en todos los aspectos.
Protagonizada exquisitamente por George Clooney, esta multipremiada cinta con ciertos tintes indies comparte la historia de un agente de despidos, que llama “casa” a los eternos viajes en avión y es alérgico al matrimonio y el sueño americano. De repente, el tipo ve cómo su vida comienza a dar un timonazo cuando una compañera de trabajo de la nueva generación intenta revolucionar el mercado implementando los fríos aparatos tecnológicos que tanto dividen e incomunican en nuestros días. Ese papel está a cargo de Anna Kendrick, quien entre tanto histrionismo e histeria acaba por cerrar un papel sólido y convincente, para inventar un nuevo estereotipo en el mundo del cine office: la yupi moralista.
Así, entre tanta teoría certauiana y líneas argumentativas frescas y crudas, la trama envuelve una hipótesis sobre las relaciones sociales de los días que corren -¿tal vez un anticipo a lo que será la nueva década?-, con subtramas amorosas, laborales (las mejores del año) y comunicacionales. Un verdadero palo a la “tecnología idiotizada”, y no “idiotizante” como algunos ignorantes la llaman en los medios, que lo único que logra es que los humanos se confundan, pierdan el rumbo y comiencen a creer que la mejor salida para las cosas es cargar la mochila de cosas insignificantes, pero pesadas. Esa metáfora de la mochila es una verdadera genialidad, que en boca de esta versión tranquila, suelta, auténtica y seca de Clooney se perfecciona aún más para definir la idea principal.
Qué decir de Vera Farmiga. No ganará ningún premio, pero este año ha demostrado que es una actriz de la hostia, con sus participaciones en Orphan y esta cinta, con la que se luce del todo, entre delicia, malicia y sexappeal. De las dos actuaciones femeninas, es la más intensa, aunque no le restaremos crédito a Kendrick, que representa el polo opuesto al personaje de Farmiga. Juntas juegan un rol de maestra y aprendiz que en el trayecto van enseñando al personaje de Clooney cómo vivir la vida. El papel de la familia también es clave para la resolución de esta historia tan cautivadora y punzante, que como yapa es una mirada reflexiva sobre lo que dejó la recesión del 2007 en EEUU.
Reitman se vuelve a lucir en todos los aspectos técnicos, colaborando además en la adaptación del libro a la pantalla. Los planos aéreos hablan por sí solos, y los paralelismos sociales respecto de cuál ciudad están visitando también. La teoría contra las nuevas tecnologías (“la gente ya no tiene modales”, sobre los cortes por mensaje de texto), la guerra entre el método práctico y el método fácil disfrazado de económico, y la elasticidad de la trama, engloban casi dos horas de delicia cinematográfica y argumentativa, que encima –justo cuando comenzábamos a pensar que eso era imposible- esta interpretada por humanos de carne y hueso.