De rompebodas a novatos en el universo virtual
Vince Vaughn y Owen Wilson, los famosos "rompebodas", son en este filme vendedores cuarentones que se quedan sin trabajo cuando quiebra la empresa que los tiene contratados. Su especialidad son los relojes, pero ya casi nadie de las nuevas generaciones -y no tan nuevas- los usa, porque están siendo suplantados por los celulares.
Necesitados de sustento y forzados a reciclarse en el mundo laboral, deciden presentarse como becarios en Google, que tiene asentados sus reales en las afueras de San Francisco. La idea de este filme pertenece a Vince Vughn, también autor del guión junto a Jared Stern.
Pero como Google es supuestamente "el futuro", el número de aspirantes supera ampliamente las vacantes y por lo tanto deben someterse a una "zaranda" bastante extenuante, integrar equipos de trabajo y presentar proyectos innovadores.
Toda la película se sustenta sobre esas variables argumentales y los recursos que los dos "dinosaurios", según la calificación de su ex jefe, utilizan para ponerse al día, sobrevivir en un universo informatizado y competir con jóvenes universitarios mucho más preparados que ellos.
Bill y Nick --estos son sus nombres-- poseen una labia apabullante, pero desconocen la jerga de Internet y por este motivo son ridiculizados por aspirantes ambiciosos, como es el caso del personaje interpretado por Max Minghella (hijo del malogrado cineasta británico Anthony Minghella), que conduce con mano férrea a uno de los equipos.
Además de parodiar ese desfasaje generacional y sus secuelas, e invocar la necesidad de actualizarse para poder ingresar en la economía online o saber cómo potenciar la offline, la película incluye una publicidad explícita sobre las bondades de los servicios que ofrece Google.
Inclusive el rodaje de algunas secuencias se realizó en las oficinas que la empresa posee en esa nueva "tierra prometida" que es Mountain Viev. Las restantes se recrearon en un edificio de Atlanta y algunos exteriores se filmaron en el Instituto Tecnológico de Giorgia.
Pero no hay que perder de vista que Aprendices fuera de línea es una comedia "a lo Hollywood", que no pretende dramatizar las cuestiones sociales emergentes de la desocupación y propone, en cambio, un entretenimiento con escasa elaboración estética.
La película tiene de positivo, a pesar de su elementalidad e irregularidad narrativa, que es dinámica, carece de golpes bajos y posee un mensaje que habla de las posibilidades que la vida ofrece a quienes se proponen, forzados o no, a reinventarse en el marco de las complejidades del mercado laboral.
Otra baza sustantiva es la presencia de Vince Vaughn y Owen Wilson, que sostienen la mayor parte de la historia. Sus personajes participan de variadas actividades, intelectuales y deportivas, a veces al borde su capacidad física. Pero aquí demuestran que están en trance de consolidar un estilo propio de hacer comedia.