Arabia

Crítica de Jessica Johanna - El Espectador Avezado

Dirigida y escrita a cuatro manos por João Dumans y Affonso Uchoa, “Arabia” es una película que funciona en su estructura un poco como una mamushka: una historia dentro de otra historia. El film comienza con André, un adolescente que vive en un barrio industrial de Brasil, cerca de una fábrica de aluminio, y tiene a su hermano menor enfermo.
Cuando le encomiendan ir a buscar las cosas de un obrero accidentado, descubre un cuaderno. Pasaron veinte minutos de película, André comienza a leerlo y se imprime el título de la película en la pantalla. Y entonces empieza “Arabia”, que en realidad lo que va a hacer es narrar esa historia que este obrero, Cristiano, cuenta en sus cuadernos.
Lo poco que sabemos antes de introducirnos en estos textos escritos a mano, es que es un laburante y, con el accidente acaba de salir a la luz, tuvo en algún momento algún problema con la ley. “Todos tenían una historia, hasta los más callados”. Todos estamos conformados por historias.
Cristiano empieza a escribir pensando en contar cómo conoció a Ana. Sin embargo, de cada historia se despliegan otras y para contar esa parte tiene que narrar antes otros momentos de su vida. Así, Ana aparece recién a la hora de la película.
Antes conocemos a un muchacho muy trabajador, que casi no duerme, que disfruta de la buena compañía de colegas y de la música (la música está presente durante toda la película así como en la vida de Cristiano) y que es ambicioso, el tipo de ambición que lo lleva a trabajar de cualquier cosa, la cantidad de horas que sean necesarias, mientras den su fruto.
Lo importante es no morirse de hambre como lo hizo su padre, ésa es la ambición que carga. La voz en off así está presente durante todo este relato y acá, como pocas de las veces que el cine apela a la voz en off, funciona a la perfección.
Porque nunca subraya lo que ya vemos, sino que apunta a lo introspectivo, a todo aquello que le pasa a Cristiano por la cabeza, por el cuerpo. Lo que piensa, lo que siente, mientras muchas veces no dice nada, o está solo trabajando, solo con su cabeza. “Arabia” muestra el largo recorrido que lo llevó a Cristiano a estar hoy en esa cama, un recorrido plagado de diferentes trabajos, de amistades, de decepciones, de errores y de un amor que no fue como hubiese deseado.
El film además está impreso de un tono melancólico que no abruma el relato pero sí lo torna conmovedor durante gran parte. La famosa historia con Ana termina siendo, a nivel dramático, bastante más simple de lo que uno podría haber supuesto, y sin embargo define la persona que es hoy. También algunas escenas y silencios son largos, mas nunca se hace pesada.
En cuanto a esta curiosa estructura que elige la película, así como empieza con André, no vuelve a tomar su punto de vista. André aparece solamente en algún momento mencionado en esta especie de ensayo autobiográfico, pero el film termina con Cristiano, situando ese inicio como una especie de prólogo y nada más.
No todas las historias tienen cierre, no todas las historias se terminan, ¿Cuándo se termina una y empieza otra? “Arabia” resulta una película conmovedora que retrata la vida de un trabajador que nunca cede sus ganas de trabajar y de superarse en la vida, pero lo encuentra mucho más difícil de lo que podría haberse pensado.
Un film narrado con mucha sensibilidad, un retrato social e individual que a veces parece no tener rumbo pero es que hay que entender esto: la historia que narra luego de sus títulos es la que Cristiano escribe y por lo tanto termina con la última de sus líneas. Y no necesita más que eso para contar lo que se quería contar.