La hazaña impensada
Ya no quedan dudas de que cuando decimos el nombre de Ben Affleck hablamos de uno de los directores de cine más prometedores de la industria hollywoodense. Su pulso para filmar secuencias dramáticas, su forma de poner la cámara y la calidad con la que narra hechos sociales (y ahora históricos) lo convierten en un realizador único en la actualidad. Argo es su consagración temprana, en una filmografía que sólo cuenta con dos obras más, ambas también excelentes.
Esta película, con un guión basado en una autobiografía e inspirado en un artículo periodístico, cuenta con notoria solvencia un hecho que inexplicablemente a nadie se le había ocurrido llevar al cine: el operativo de extracción de seis diplomáticos estadounidenses escondidos en la embajada de Canadá en Irán durante la revuelta de 1980, por el asilo político que Estados Unidos le dio al sha Reza Pahlavi tras su derroación en 1979.
Todo esto está explicado en una asombrosa introducción en la que Affleck muestra sus dotes como narrador, documentalizando necesariamente un hecho que luego servirá como contexto en toda la película y hará que el espectador se sienta parte de ella.
A partir de allí es todo cuesta arriba, con un reparto que está excelente, liderado por el mismo Affleck, pero acompañado por notables actuaciones de John Goodman y Alan Arkin, quienes se devoran la pantalla en sus momentos juntos. Y llega el clímax, filmado de forma magistral, con un pulso narrativo que se apodera de la tensión como recurso y convierte a lo que venía siendo un drama histórico en un thriller político hecho y derecho, todo combinado con un montaje alucinante y muy buena música compuesta por el genial Alexande Desplat.
Todos los elementos en Argo son importantes. Desde las actuaciones (todas muy creíbles) y sus construcciones estéticas (la secuencia de créditos finales, juntando fotogramas de la película con fotos reales de los personajes que vivieron los hechos en 1980), pasando por el trabajo de sonido como un elemento más en la gama de recursos que Affleck emplea para dar tensión al relato, hasta la puesta en escena.
El nuevo opus de Affleck no puede dejar indiferente a los espectadores, porque nuevamente el director de Gone Baby Gone (2007) y The Town (2010) logra imprimir de realismo una trama que quizás en otras manos pasaría inadvertida, y no sería este cuadro de una realidad social latente (Irán como pivot estratégico en el panorama político de Oriente y sus consecuencias, la CIA como la institución casi autónoma disparadora de conflictos mundiales, y Estados Unidos con su constante intromisión en asuntos internacionales) en donde además se pone al cine en un lugar de privilegio, no sólo por ser el medio de expresión y elección narrativa, sino porque es un personaje más en los hechos. Y eso, señoras y señores, jamás puede ser malo en este arte. Y si te parece malo, "Argo-fuck yourself"...