Artemis Fowl: Mágico caos en Disney Plus.
Una necesidad de urgencia, de no correr el riesgo de perder el ritmo, puebla el film dirigido por Kenneth Branagh y que acaba de estrenar Disney Plus.
La adaptación de las novelas de Eoin Colfer, entregas de una larga saga de fantasía y ciencia ficción que se inició en 2001, con el nombre del protagonista, decimos «Artemis Fowl», lleva años de desarrollo. Es más, Disney tiene los derechos desde antes de la publicación de la primer entrega, que se suponía produciría junto al infame Harvey Weinstein y su hoy extinta Miramax, que luego de los escándalos solo continuaría bajo el sello del ratón. Desde 2013 hasta hoy fueron también varios los guionistas y directores comprometidos, hasta que en 2015 se sumó el británico Kenneth Branagh en la dirección y Conor McPherson y Hamish McColl para escribir el guion que cubre los eventos de las dos primeras entregas de la serie.
La historia, dejando atrás la saga de su construcción, es sobre el joven Artemis Fowl Jr., hijo pródigo y de altísimo nivel intelectual de un magnate de las antigüedades irlandés del mismo nombre, que se ve envuelto en una guerra entre el mundo de los hombres y las hadas. Sí, aquí los «Tuatha Dé Danann» son reales y viven en la profundidad del planeta, directamente debajo de Irlanda, en una sociedad de elfos, gnomos, enanos, centauros, pixies y otros que custodian la magia del mundo, y particularmente el «Aculos», capaz de desastres inimaginables. Claro que toda esta enrevesada jerigonza es una adaptación libre, muy muy libre, de las dos entregas que si algo supieron hacer en sus páginas, fue justamente no tomarse para nada en serio su periplo. Algo que en el film falla estrepitosamente.
Ciertamente, la dirección tan anodina como insustancial, poco ayuda a la hora de dar un relato no sólo mínimamente coherente sino que también básico con respecto a los dramáticos acontecimientos que se desarrollan. La apresurada búsqueda de entretener se sostiene solo con la inquieta y hasta errática acción que se plantea, sin siquiera detenerse un momento. Al espectador entonces se lo embarca en un viaje plagado de acontecimientos que lo empujan hacia a la conclusión sin medirse tiempo alguno en hacerle comprender el universo que se plantea.
Una suerte de montaña rusa de emociones, que groseramente interpretadas, no se toma el tiempo de desarrollar ningún personaje, sus anhelos o desafíos. Tanto el universo de las hadas como el humano son apenas vislumbrados en la maraña de acciones y por lo tanto la urgencia de ser salvados o protegidos no genera emoción alguna.
Uno de los fuertes del original literario, nos repetiremos, es el sentido del humor con el que narra el conflicto. El no tomarse tan en serio su dramatismo es una de las razones de por qué es fácil de convivir con su fantasía y asumirla al poco de comenzar la lectura. La soberbia de Artemis Fowl, la inocencia del hada Holly Short, como el mal genio y vocabulario poco digno del comandante Julius Root, son parte de un cuento irlandés sobre un mundo de maravillas. El autor no olvida el juego que esos relatos proponen; pero que el film, más allá de ser una adaptación, olvida.
Cargada hasta los hombros de efectos especiales, sustenta su relato en una acción sin pausas; y la falta de descanso, propuesto como una forma de sostener el interés del público infantil, suponemos, se siente superficial y carente de emoción genuina por la suerte de los personajes. La narración del enano Mulch Diggums, interpretado por Josh Gad es una machacona acentuación que destripa más que llevar el hilo de la historia, con su insistencia interrumpe y sobre explica sin permitir que el espectador pueda sacar sus propias conclusiones.
Una pena realmente que, siendo una interesante saga literaria, sólo sea construida por su desenfrenada acción carente de alma, que recuerda mucho lo visto en Mortal Engines (2018) de Christian Rivers y la trilogía The Hobbit (2012) de Peter Jackson. Pero ya es suficiente, y dejando en paz a Artemis Fowl: El mundo subterráneo nos retiramos esperando que sepan disfrutar de este disfuncional show de malabares dirigido por un Kenneth Branagh al que desconocemos, y protagonizado por un elenco de primer nivel completamente desaprovechado.