James McTeigue construyó una carrera silenciosa como eterno compinche de los Wachowski hasta que se le dio la oportunidad de hacerse cargo de V de Venganza, como si el director hubiera sido un ninja que esperaba escondido hasta poder atestar un golpe letal. Qué mejor entonces que volver ahora con Asesino ninja, título de película atractivo como pocos, honesto y sin ningún tipo de miedo al ridículo. Lejos de esas pretensiones políticas de su anterior film, McTeigue se dedica a pasarla bien y a intentar que el espectador consiga divertirse con él. El medio son esas secuencias de acción descabelladas donde todo es posible gracias al milenario arte ninja que le da vía libre a los efectos digitales. Sin mucho más le alcanza a Asesino ninja para ser una pequeña película que no debería pasar desapercibida.