Aquella voluntad altruista
Aquella voluntad altruistaLa más famosa creación de Osamu Tezuka apareció por primera vez en 1951 bajo la forma de un personaje secundario de Atom Taishi. Al año siguiente -fruto de su enorme éxito- protagonizó su propio manga y eventualmente pegó el salto hacia la televisión, con tres versiones hasta la fecha (en 1963, 1980 y 2003). Aquella serie original en blanco y negro se transformó en la punta de lanza para lo que a posteriori se conocería como “animé”, imponiendo casi todos los patrones estéticos que hoy caracterizan a la animación japonesa.
Después de varias cancelaciones y pasos en falso, por fin llega a las pantallas la adaptación cinematográfica con tecnología CGI 3D. Astro Boy (2009) resulta una agradable sorpresa a pesar de haber sido un rotundo fracaso de taquilla en Estados Unidos. Utilizando una concepción visual símil Lluvia de hamburguesas (Cloudy with a Chance of Meatballs, 2009), el film combina la recordada historia del androide huérfano con distintos elementos de propuestas como Inteligencia Artificial (Artificial Intelligence, 2001) y RoboCop (1987).
Si bien esta aproximación por un lado mantiene la profusión de batallas rimbombantes y el clásico tono infantil con reminiscencias a Walt Disney, por el otro aggiorna al personaje central dándole un matiz un poco más adulto y enfatizando los segmentos más trágicos del relato. Nuevamente todo comienza con la muerte accidental de Toby, el pequeño hijo del Dr. Tenma, y su “reemplazo” por un robot idéntico de vanguardia. El susodicho deberá sobrellevar no sólo su naturaleza mecánica sino también el rechazo de su preciado “padre”.
El contexto en esta ocasión está dado por un futuro distópico en el que las clases bajas subsisten a duras penas en una superficie terrestre contaminada y la burguesía habita en una suerte de “ciudad flotante de lujo” gobernada por un presidente en busca de la reelección indefinida. Cuando nuestro héroe sea expulsado de su hogar y termine compartiendo terruño con otros parias sociales, tendrá que hacerse pasar por niño humano y al ser descubierto experimentará el triste destino de los esclavos: chatarra y sádica diversión.
Sin lugar a dudas una de las novedades más sugestivas pasa por la hilarante presencia del Frente Revolucionario Robot, unos “tres chiflados” adeptos al comunismo libertario. El realizador David Bowers supera su opus anterior, la mediocre Lo que el agua se llevó (Flushed Away, 2006), y consigue un diseño verdaderamente espectacular, plagado de bellos detalles. La película atrapa a los chicos con gran facilidad, apela a los mayores a través de citas astutas y exalta aquella voluntad altruista que marcó a tantas generaciones...