Ataúd Blanco: en el cementerio del homenaje
La nueva película de Daniel de la Vega carece de un guión que pierde fuerza a medida que avanza la trama y se apoya en el peso de sus protagonistas.
En el cine de terror slasher clásico –pongamos por ejemplo el norteamericano de los años 1970 y principios de 1980- llegó a la argentina para quedarse en la cabeza de toda una generación de realizadores que hoy cuentan con unos 40 años de edad y viven homenajeándolo en películas que a veces llegan al cine y otras circulan sólo en festivales como en Buenos Aires Rojo Sangre (BARS).
Este es el caso de Ataúd Blanco, un nombre que alude a los que se usan para enterrar a los niños y cuya sola mención aterroriza a mucha gente (incluyendo al editor de este diario), el realizador Daniel De la Vega, el mismo de la interesante Necrofobia, lleva al espectador a un truculento paseo por un pueblo llamado Moriah en el que sus habitantes tienen por costumbre jugar con los visitantes, sobre todo si éstos tienen chicos con ellos.
En este marco, llega al pueblo Virginia (Julieta Cardinale), una mujer que huye de su ex marido con la hija de ambos Rebeca, y se convierte en la nueva víctima de estos depravados, junto con otras dos mujeres, interpretadas por Eleonora Wexler y Verónica Intile. Las tres comienzan una terrible búsqueda encargada por los secuestradores: deben hallar un ataúd blanco y la que lo haga evitará que su hijo o hija muera.
Hasta acá la cosa pinta promisoria pero en los hechos, el film –de sólo 70 minutos- no cumple con eso de "lo bueno viene en frasco chico" y se queda en un mero homenaje a los films slasher, en los que el plato principal era un festival de tripas y el argumento queda en segundo plano. Lo malo es que acá el argumento, con algunos hechos que se van dando a medida que transcurren los minutos, se transforma en algo importante en sí mismo ya que abre más interrogantes que los que termina cerrando.
En definitiva, Ataúd Blanco contiene muchos de esos elementos que atraen a los fanáticos de este género, y lo hace más que bien con referencias a Tobe Hopper, Sam Raimi y otros exponentes legendarios, pero le falta ese pequeño giro de tuerca que hace que las historias terminen de cerrar. ¡Ah! No se vaya de la sala hasta que terminen de pasar los títulos porque la cosa sigue con un bonus track.