Siete años no es nada…
Si existe un componente de la cartelera porteña que definitivamente se extraña, en especial si consideramos lo que ocurría en la etapa previa a la “sociedad de la información”/ popularización de Internet, es esa clase particular de film que sorprende en términos del género en cuestión y/ o en función del contexto específico en el que le ha tocado llegar al público. Actualmente el terror que alcanza el circuito comercial argentino se divide entre productos mainstream mediocres y alguna que otra joyita que -como suele ocurrir- puede arribar desde las geografías más inhóspitas y bajo los andamiajes etéreos menos pensados...