El villano es el fuego
Aviones 2 es un típico cuento de héroes y redención que divierte y sorprende con su buen ritmo y con el cumplimiento de las reglas de su género.
Se vino la número dos de Aviones y vuela tan bonito como la primera. Pudo parecer, alguna vez, una vuelta de tuerca medio forzada para estirarle la vida a Cars esto de sacar películas hermanas protagonizadas por máquinas aéreas.
Ya está suficientemente demostrado que no es así.
Si el atractivo de Cars pareció agotarse al menos por un tiempo después de su secuela, Aviones llegó con una frescura nueva muy inspiradora y al final de este segundo capítulo parece que hay cuerda para otro rato más.
El filme producido por John Lasseter (el capo de Pixar) y dirigido por Roberts Gannaway es una pequeña delicia. Es un típico cuento norteamericano de héroes y redención, pero está tan bien armadito, cumple tan bien con las reglas de su género, que da gusto dejarse llevar por él, sin quitar los pies de la tierra, valga el juego de palabras.
Dusty, el protagonista, es un exavión fumigador que en la primera Aviones ganó una competencia mundial de carreras contra modelos mejor dotados que él. En el comienzo de esta nueva entrega está junto a sus viejos amigos, llevando una vida normal, cuando un accidente lo lleva a sacar su personalidad. Esta vez hubo un pequeño incendio en el aeropuerto donde duermen, y una inspección puso plazos para mejorar la seguridad. Así, Dusty se ofrece como voluntario para viajar a un parque nacional y aprender el oficio de bombero junto a otros planeadores.
El ritmo de la película es tipo relojito: cuando no está pasando algo en el aire, como ser piruetas, maniobras para arrojar agua sobre un pinar en llamas, para esquivar puentes ardientes o para cargar agua en ríos caudalosos, los diálogos toman el lugar de las imágenes y sueltan buenas ocurrencias una detrás de otra, haciendo parecer que la cantera de chistes con aeropuertos, alas, hélices, modelos de avión, etcétera, es inagotable.
La animación también es de primera. El diseño de los aviones, sus funciones, marcas, edades, está tratado como lo haría un coleccionista, con mucho cariño, admiración y profesionalismo. No hace falta ser un loco del aire para sorprenderse y disfrutar por los tipos y personalidades de las distintas máquinas voladoras que aparecen en la pantalla. Y no sólo aviones. También los helicópteros y los autos abundan. Y las coreografías que hacen son sorprendentes y divertidas, en cielo y tierra. Esto ya como otra de las cualidades de la cinta: su maestría para elegir los ángulos, los encuadres, los colores, los espacios donde suceden las cosas, aportando claridad y belleza a la hora de apreciar los escenarios.