Pocos directores son capaces de adaptarse a diferentes estilos y lograr en cada oportunidad un resultado positivo. Afortunadamente Edgar Wright (Three Flavours Cornetto Triology, Scott Pilgrim vs. The World) forma parte de ese reducido grupo de mentes creativas y demuestra con sus creaciones que la originalidad está lejos de acabarse. Así lo demuestra con su última película, la genial Baby Driver.
Baby Driver es un film de acción con personajes coloridos que entran y salen del foco de la cámara como si fueran pistas de música. Todo pega y funciona en esta película: tenemos personajes con diferentes motivos para robar un banco, algunos por ego, otros por diversión y adrenalina, pero todos con un objetivo principal, hacerse de dinero fácilmente. Personajes que generan empatía en nosotros aún siendo conscientes que son delincuentes. O sea tenemos una trama efectiva y protagonistas que atraen, pero también hay algo importantísimo y quizás lo mejor de la película, una banda sonora extensa en su variedad de estilos que marca el timing de la narración.
Por ejemplo el personaje principal, Baby, interpretado por Ansel Elgort (Bajo la misma estrella, La saga divergente) trabaja para Doc (Kevin Spacey) como conductor designado en golpes (robos). Cada golpe cuenta con un diferente método de acercamiento hacia el objetivo y un diferente equipo de acción; para Baby quien sufre de Tinnitus – un zumbido constante en el oído – y que esta toda la película conectado a su ipod significa: un nuevo trabajo, una nueva playlist para calmar su aflicción. Aunque parezca una trama simple, Wright logra que Baby Driver sea una película grande, atractiva y cautivante.
La película presenta diferentes personajes, alguno de ellos aparecen de forma discreta y ayudan a presentar al mundo criminal que rodea a Baby (como es el caso de Jon Bernthal y Flea, sí el Flea de los Red Hot Chili Peppers); otros son víctimas de su propio trabajo (Jon Hamm y la siempre hermosa Eiza González) y después estan los otros… esos que presentan como una amenaza desde el vamos y su único objetivo es causar caos por su camino (Jamie Foxx de luxe). Todos estos personajes son catalizadores de impacto en la vida de Baby , el film de Wright se encarga de que este mundo criminal sufra victorias y derrotas absolutas como si la “ley de Murphy” condujera el último auto, un auto que no frena ni siquiera para cargar nafta.
Las escenas de acción evocan al mejor cine de los ochenta (y el delirio de esa época), como si el director usara todas esa influencia y sacara lo mejor de cada una. Y ademas lo novedoso, el uso que hace de la música:Wright experimenta y nos sumerge en un mundo hermoso y pegadizo.
En Baby Driver tenemos un panorama musical variado, cada canción pone tono a la escena. Desde Queen a The Champs y pasando por el genial Dave Brubeck, el director fusiona a la perfección varios géneros, del funk al pop y con muchas canciones melosas ochentosas (Porque Baby se enamora de la mesera linda de la ciudad) la película sincroniza musica diegética con el universo de la acción. Baby conduce y siente el sonido de su furioso ipod, se sabe cada canción, cada una de las melodías son parte de su repertorio de vida. Y esto es interesante, uno sale del cine tarareando las canciones que Wright usó en la película.
Sin duda alguna Baby Driver es una de las mejores películas del año; tenemos un sólido director, un trabajo de equipo técnico impecable (clásico de los films de Wright), un elenco que cumple y convence en cada segundo y una historia simple, directa y divertida (con un soundtrack memorable) que traspasa la pantalla y se instala en el espectador para recomendar a futuro. Baby Diver es un tanque con todo lo bueno que esto significa. Sin duda ocupará un lugar de privilegio en mi lista de las mejores del año.