Bacurau

Crítica de Pedro Squillaci - La Capital

Un pueblo perdido en el nordeste brasileño, en la zona de Pernambuco, está aislado de todo. Sin agua potable, tampoco alimentos y encima tiene que soportar que a veces venga un candidato político a asegurarles que pronto llegarán las soluciones, cuando todos saben que es otra mentira más. Kleber Mendonça Filho, el mismo director de la brillante “Aquarius”, vuelve ahora en compañía de Juliano Dornelles para hacer un retrato distópico de un Brasil futurista, con cierto aroma apocalíptico, donde los villanos están muy estigmatizados y los nativos se retratan con traje de héroes. Quizá ese trazo grueso es el único pifie del realizador, que así como en “Aquarius” la tuvo a Sonia Braga como nave insignia, aquí volvió a convocar a la actriz de “Doña Flor y sus dos maridos” y no falló. Ella es una médica, que está en pareja con una mujer, y es una referente del pueblo y de la resistencia, por eso no le temblará el pulso para hacerle frente a un temible líder filonazi (sólido rol de Udo Kier). La película muestra a un pueblo que perdió las esperanzas y también las reglas, donde la vida vale poco, el sexo vale mucho y la muerte está a la vuelta de la esquina. Los directores aseguran que no quisieron hacer alusión a la política represiva de Jair Bolsonaro, porque el filme fue pensado mucho antes, pero es imposible evitar la metáfora hacia la realidad actual de Brasil. En la última parte del filme hay un giro hacia el género gore, con cabezas explotadas y arrancadas del cuerpo, y antes se verá un cierto aire al Cinema Novo y a la estética de John Carpenter. Es una historia futurista, pero no tan lejana.