El segundo film del realizador Josh Boone (“Un Lugar para el Amor”) es la adaptación cinematográfica de la novela best-seller teen “Bajo la Misma Estrella”, escrita por John Green y publicada no hace mucho tiempo, en el año 2012. Los encargados de interpretar a los personajes que conforman la destacada dupla protagónica son Shailene Woodley y Ansel Elgort, quienes justamente hicieron de hermanos en la reciente “Divergente”.
En esta ocasión, ambos interpretan a Hazel y Augustus, dos adolescentes que se conocen en un grupo de apoyo para pacientes oncológicos; se hacen amigos y obviamente se enamoran profundamente. Ella, padece un cáncer de tiroides que se extendió a los pulmones (motivo por el cual vive conectada a una cánula nasal y lleva a todos lados su tanque de oxígeno), pero ha logrado sobrevivir hasta el momento gracias a que participa de distintas pruebas de una droga experimental que hizo efecto en ella. Él, por su parte, se encuentra en remisión de un Osteosarcoma que lo llevó a perder su pierna derecha.
Si bien Hazel se resitía al pedido de sus padres (a cargo de Laura Dern y Sam Trammell) de asistir a este grupo para que pueda expresar lo que realmente siente y salir de la rutina de chequeos, estar en el sofá mirando TV e ingerir pastillas de todo tipo, el conocer a Gus le cambia la vida, esa misma que tiene los días contados. Ambos tienen ideas muy distintas acerca de lo que debe ser una vida bien vivida, así como contrastantes visiones del mundo, pero el amor que se profesan y un libro, el favorito de ella -titulado “Un Dolor Imperial”-, hace que se unan.
Charlas, llamadas telefónicas, mensajes de texto, reflexiones profundas, comentarios filosos, bromas (aunque Gus se toma con mucho sentido del humor su pierna ortopédica, le preocupa seriamente el olvido) y un viaje a Ámsterdam para conocer al autor del libro, Peter Van Houten (Willem Dafoe), hacen que todo lo que se cuestiona Hazel sobre esta vida que nunca quiso (y que nadie quiere) pero que le tocó, tengan respuesta en Gus y en el amor que siente por él.
Si hay algo que no esperaba de esta producción (debo decir que sólo esperaba un cliché tras otro sobre un tema tan tabú como éste) era un balance tan adecuado entre las situaciones de drama que provocan lágrimas (a llevar pañuelo a la sala) y las otras que incluyen diálogos y comentarios que te hacen reír a lo largo de esta experiencia que viven estos dos jóvenes y que ella la define como “un pequeño infinito; una eternidad dentro de sus días contados”. Aunque la enfermedad la llevan consigo y, como dice la premisa del libro de Hazel -”el dolor debe ser sentido”- ésta no los define ni condiciona y ambos se permiten también sentir la felicidad en su historia de amor adolescente, que está muy lejos de ser inmadura y efímera.
“Bajo la Misma Estrella” (excelente química entre Shailene Woodley, una gran actriz que ya nos demostró su talento en “Los Descendientes”, y su compañero Ansel Elgort), nos enseña que todo es pasajero, que nada está garantizado, y que sin importar cuán corta o larga sea tu vida, son los pequeños momentos los que más importan. Es distinta, amena, emotiva, triste, fuerte y a la vez esperanzadora; y aunque sabemos que la muerte llamará a su puerta en cualquier momento, el golpe bajo, que abunda bastante en muchas películas, aquí se deja de lado para volcarse a transmitir una búsqueda profunda del sentido de la vida.