Zach Cregger, uno de los miembros del grupo The Whitest Kids U’ Know, escribe y dirige este primer largometraje en el que opta por pensar y repensar el género de terror desde ciertos lugares conocidos pero con una estructura que la transforma en una caja de sorpresas.
Una joven muchacha, Tess (Georgina Campbell), llega una noche lluviosa a una casa que rentó a través de la popular Airbnb. Pero al llegar se encuentra a otro joven (Bill Skarsgard) que le dice que también lo había rentado a través de una app social, lo cual los pone en el lugar de estafados. Tess es una joven inteligente y por lo tanto precavida: acepta entrar y ver si consigue una habitación de hotel y cuando no, quedarse a dormir, pero siempre adelantándose a las posibles alertas sobre el muchacho que, en apariencia, es demasiado amable. Revisa su billetera y documentos a escondidas, no bebe nada que él le haya preparado fuera de su vista y lo primero que hace es pedirle que le muestre la confirmación de su propia operación. Es una muchacha en un mundo peligroso, como lo es para todas, y no se puede confiar de la nada en un joven de apariencia ingenua. Pero además, y todavía no es consciente de eso, se encuentra en una zona de Detroit turbia, casi abandonada.
El primer vuelco, algo de lo poco que adelantaré a través de esta mención, es decir, libre de spoiler, es cuando se descubre el sótano. El descenso por esas escaleras podrá ser no muy distinto al descenso a los infiernos. Lo interesante sin embargo en estas escenas radica en los personajes, en las actitudes que cada uno tiene en una misma situación. Los personajes están tan bien desarrollados e interpretados que una siempre entiende por qué hacen lo que hacen, por qué toman ciertas decisiones, por qué o cómo deciden bajar unas escaleras que conducen a aquel lugar oscuro.
La película se sucede como en episodios a simple vista sin mucha conexión entre sí hasta que todo confluye siempre en ese mismo lugar: esa casa, ese sótano, lo que esconde. En ciertos momentos de álgido interés, la historia se detiene y se salta a otra, como en un nuevo episodio de una misma serie. Un rompecabezas no difícil de armar pero que despliega así su trama para confluir en un mismo centro: ese lugar olvidado y abandonado de Detroit.
Es así que en uno de los vuelcos ya pasando un gran tramo de la película se nos presenta a un personaje nuevo interpretado por Justin Long. El actor asociado a la comedia pero que se ha entregado al género en varias y ricas oportunidades (Jeepers Creepers, Drag me to Hell, Tusk) se pone en la piel de un actor que de repente es acusado de abuso y pierde su trabajo y buena parte de su dinero y por lo tanto se ve obligado a volver para vender esa casita que tenía olvidada en Detroit. Más allá del suspenso y lo turbio, el humor nunca deja de estar en la película, con dosis justas que colaboran en estas mencionadas construcciones de personajes creíbles y dimensionales.
Como tres películas en una pero al mismo tiempo con un núcleo que las une de manera genuina, sin sentir este ir y venir como caprichos forzados, Barbarian resulta una grata sorpresa en el género. Quizás no innova demasiado a la hora de mostrar el terror y cuando una le agarra un poco la onda es fácil predecir lo que vendrá. Pero eso no le quita valor porque todo está construido con cuidado e importancia. Nada queda librado al azar ni tampoco descuidado. Hacia el final incluso el terror se maximiza de un modo que recuerda un poco a Malignant, de James Wan, y es cuando una se da cuenta de que a veces la gracia está en no tomarse tan en serio.
Pero como en Candyman, Barbarian pone en el escenario una cuestión social relacionada con cómo los suelos que pierden valor derivan en zonas marginales que en lugar de intentar mejorar se tapan o se olvidan. Como una especie de limbo donde no se es nadie, donde todo se permite, donde ni siquiera la ley tiene presencia. En una referencia local, los hermanos Onetti habían hecho algo similar en Los Olvidados con Epecuén.
La aparición pequeña pero imprescindible de Richard Brake (actor no lo suficientemente valorado) o la referencia a Jane Eyre, el libro que la protagonista lleva en su valija y cuya historia se resignifica hacia el final, son otras perlitas sobre las que, por cuestiones de posibles spoilers, no puedo explayarme pero no quería dejar de mencionar.
Un último aspecto a resaltar es lo técnico: estamos ante un film muy logrado desde la cuidada construcción de planos, puesta en escena y un montaje muy preciso. Cabe resaltarlo porque es una película que se hizo con un presupuesto menor al que se acostumbra (incluso por cuestiones de dinero no fue rodada en Detroit sino que se la construyó en Bulgaria).
Barbarian va de menos a más, de una construcción de situaciones que apuesta por el suspenso hasta el desborde del terror más gráfico a través de logradas vueltas de tuerca. Combina de manera inventiva un rejunte de tópicos clásicos del género con una historia retorcida y una galería de personajes bien definidos. Un deleite para quien guste del terror.