La nueva película de Roman Polanski (como todos estos últimos años, realizada en Francia) es la adaptación de la novela homónima de Delphine de Vigan, en la cual la escritora se introduce en medio de un relato que se va tornando una pesadilla. Esta vez coescrita junto a Olivier Assayas.
Delphine es una escritora que supo cosechar un éxito importante. Pero entre cansada y sin inspiración, le está costando volver a escribir. En una agotadora firma de libros (quizás a esta altura, ya todo la agota con facilidad) aparece una admiradora a la cual será difícil ignorar: Elle. En la fiesta de la editorial, vuelve a aparecer y se le acerca a conversar. Delphine siente que con ella puede hablar como con nadie más. Su pareja se encuentra de viaje trabajando y su familia se alejó tras las cosas que ella escribió y desentrañó en su último libro. Rápidamente Delphine y Elle, que también es escritora pero de las llamadas “escritoras fantasmas”, se convierten en amigas.
Basada en hechos reales es un thriller sobre una escritora (interpretada por Emmanuelle Seigner) que, mientras no puede escribir y se siente bloqueada, se deja ayudar por esta nueva persona en su vida. Una Elle (la siempre cautivante Eva Green) que, a partir de elogios y sugerencias de escribir sobre lo que realmente importa, la historia que lleva oculta, se introduce en su vida y su trabajo hasta en algún momento convertirse en ella misma, hacerse pasar por ella para una de las tantas citas de las que la verdadera Delphine se quiere escapar.
Aunque parte de una temática siempre interesante (porque tiene muchas aristas por explorar) como lo es el hecho de ser escritor y los múltiples personajes a los que éste puede dar vida, Basada en hechos reales peca de ser demasiado obvia y nada sutil desde una primera instancia. La relación entre Delphine y Elle se va tornando del modo más previsible. Elle se apodera primero de la contraseña de su computadora, luego de su casa, después de su imagen. Una seguidilla que se ve venir hasta el clímax, que las tiene encerradas en una casa de campo, con claras reminiscencias a Misery. Y la vuelta de tuerca final, que se anticipa desde la primera escena.
Más allá de presentar temáticas y situaciones que ya hemos visto (y mejor trabajadas) tanto en el cine de Polanski como en el de Assayas, acá todo parece ser producto de la mayor falta de inspiración, o la falta de ganas. Incluso la actuación de Emmanuelle Seigner (a quien en la anterior La Venus de las pieles al menos se la veía mucho más suelta y cómoda, divertida tal vez) resulta sosa y desganada. Al contrario, Eva Green es la única que logra darle un poco de vida al relato, con esa personalidad apabullante e intensa de la que siempre tiñe cada uno de los personajes que interpreta.