Decidido a generar una revolución anárquica, Bane tiene en sus planes crear el caos absoluto en Ciudad Gótica. Este terrorista enmascarado, ligado de manera inexorable el pasado de Bruce Wayne, hará que el caballero de la noche deba dejar su exilio de más de ocho años. Desde aquella noche en que tomó responsabilidad por la muerte de Harvey Dent, Batman desapareció tan rápido como su reputación de homicida crecía. Gracias a su sacrificio, y con la promulgación de la Ley Dent, el crimen en Gótica se mantuvo a raya, hasta ahora. Bane es la Némesis absoluta del héroe enmascarado y un villano que difícilmente logre derrotar.
El cierre de la trilogía creada por Christopher Nolan (con destacada colaboración de su hermano en el rol de co-guionista) está a la altura de las circunstancias. Grandilocuente, explosiva y desbordante, los cabos sueltos que quedan por aquí y allá gracias a la necesidad de querer superarse a si mismo quedan perdonados por los más de 160 minutos que sirven para concluir la historia del hombre murciélago como sólo Nolan lo podría haber hecho. El círculo se completa al retomar parte de la historia planteada en la primera entrega y gracias a los sucesos vividos en el desenlace de su secuela. Tom Hardy y Anne Hathaway (Bane y Gatúbela, respectivamente) han sido incorporaciones ideales para sostener el peso de un guión que gira más entorno a ellos dos que al propio Batman, por momentos casi testigo de esta conclusión épica.