En los ’80, Buenos Aires supo tener una actividad cultural alternativa que, mientras batallaba contra todos los prejuicios imaginables, marcó una época y tuvo como epicentro el Parakultural. Un ambiente donde la experimentación y la libertad eran las únicas normas, con el transformismo como herramienta principal. El semillero de talentos que siguieron asombrando en las siguientes décadas, y que en algunos casos como Batato Barea, se volvieron míticos.
En sus primeros minutos, Bernarda es la patria amenaza con ser un documental sobre el nacimiento y el auge del under porteño, con testimonios de personalidades que continúan vigentes, como Mosquito Sancineto, Guillermo Gil y Gustavo Moro. El director Diego Schipani nunca abandona esa temática, pero la enriquece y la expande a través del punto de vista de uno de los nombres surgidos en aquella camada, y que hoy continúa muy activo: Guillermo “Willy” Lemos. Esta transformación del enfoque sucede en cámara, y el resultado es tan sorprendente y atractivo como aquellas obras y performances que cautivaban en aquellos reductos de una ciudad todavía afectada por las consecuencias de la última dictadura militar.
Con su encanto genuino, Lemos no teme sostener la película, y en él convergen historia, arte, dolor, amor; convergen vanguardia y tradición, comedia y tragedia. Mientras prepara una puesta moderna de La casa de Bernarda Alba en el teatro Margarita Xirgu, durante ensayos, sesiones de maquillaje y castings, podemos adentrarnos en un sobreviviente que debió escapar de un ámbito familiar nefasto; en un actor que se especializó en la composición de personajes femeninos; de un amante tanto de hombres como de mujeres; de un artista que comenzó en La botica del Ángel, debió soportar la intolerancia del estatus quo (con detenciones incluidas) y logró trascender hasta volverse una figura respetada, pero sin jamás darle la espalda a sus orígenes creativos. Imágenes de archivo permiten apreciar sus participaciones teatrales, televisivas y cinematográficas, donde no falta su consagratorio trabajo en Tacos altos, de Sergio Renán, donde interpretó a la primera travesti del cine argentino.
La cámara también sigue a Lemos cuando regresa a los lugares donde solía brillar en sus espectáculos de antaño, empezando por Cemento. Pero además de la inevitable nostalgia, el actor presenta su visión de la obra de Lorca. En esta fusión de pasado y presente es acompañado por Fernando Noy, otro reconocido estandarte del off argentino. Por su parte, Verónica Llinás participa en los castings, que de por sí constituyen un atractivo extra.
Tan anticonvencional como Willy Lemos, como los antihéroes del under de los ’80, Bernarda es la patria muestra las resonancias de un movimiento cultural tan audaz como irrepetible, y presenta la vida y la lucha de varios de sus principales artífices.