Basado en una investigación periodística de Joaquín Sánchez Mariño, el director Mariano Galperin cuenta los pormenores del show del jazzista Bill Evans en San Nicolás tras su gira por la Argentina de 1979.
Anécdotas de giras de músicos hay un montón, pero quizás haya una que merecía una película. Es la que tiene al músico y compositor de jazz Bill Evans, reconocido como uno de los mejores de la historia, en gira en Argentina, a punto de embarcarse en un último show en San Nicolás en medio del concurso Miss Invierno y justo un año antes de morir a la temprana edad de 51 años por cirrosis hepática.
Mariano Galperin produce, escribe y dirige ese periplo desconcertante para el músico estadounidense (interpretado por Diego Gentile), en medio de sus traumas por la muerte de su hermano George (Walter Jacob) y de su ex mujer Kiki (Julia Martinez Rubio). Un viaje de fantasmas entre su adicción a la heroína y su gusto por el whisky. Pero también, un homenaje exquisito a su figura y a la música como arte liberador.
Presentada en el BAFICI, Bill 79 (2023) presenta los vicios propios de un pueblo del interior, con sus tradiciones y relación con la cultura. Se percibe en el film que nadie en el lugar se percató de la magnitud de la figura que tuvo en el escenario y Bill, encerrado con sus demonios, disfrutó de ese anonimato.
Galperin (1000 boomerangs, Su realidad) no cae en ningún cliché de este tipo de relatos. No recurre ni a la biopic ni al rockumental en ningún momento. Hace en cambio un film intimista, sobrio y magnético, dando vueltas alrededor del aura de Bill Evans sin tratar de resolver con facilísimos su misterio. La película es por momentos fascinante, llena de pequeños detalles que funcionan como una caja de Pandora.
Párrafo aparte merece la actuación de Diego Gentile como Evans, seco y parco, sin nunca esbozar una mueca de más ni tampoco una mimesis descarada. En tiempos de imitaciones de músicos por doquier, su interpretación es sobria, contenida, convencido que desde su composición se puede imaginar a Evans con mayor profundidad que desde la caricatura.
Bill 79 es una película diferente en muchos sentidos, única y surreal. Tiene la capacidad de seducir a los amantes de las anécdotas de músicos extravagantes, promueve a saber más sobre las peripecias de Evans en Argentina, y a quienes no estén interesados en el tema, los invita a un viaje enigmático y sensorial por la mente de un personaje conflictuado en medio de un particular intercambio cultural. Y siempre desde un punto de vista extrañado, que nos devuelve un reflejo desconocido de nuestra sociedad.