La velocidad funda el olvido
En el marco del 29 Festival Internacional de Cine de Mar Del Plata se exhibió este fin de semana la película Birdman, de Alejandro González Iñárritu dentro de la sección AUTORES.
Riggan Thompson (Michael Keaton) es un actor que durante los años noventa se hizo famoso como Birdman, un superhéroe que obtenía su energía del sol, y que le permitió realizar tres films sobre su historia. En la actualidad Riggan aún continúa intentando despegarse de aquello que fue, y busca ser respetado como artista y no como un mero personaje.
Para ello prepara la adaptación para Broadway de De que hablamos cuando hablamos de amor, de Raymond Carver, ya que cree que así logrará afirmarse como un gran actor multifacético y además como director teatral. En ese camino hacia lo que a primeras luces generaría trascendencia para Riggan habrá incontables obctáculos: un actor mediocre que se lesiona y demanda a la producción, un Edward Norton con ego agigantado que se dedica a indicarle al director lo que debe hacer (su fama en la vida real lo precede), histerias románticas durante los ensayos, etc, etc, etc. Pero eso no es todo, Birdman como tal también está presente en todo momento, como una voz interior que altera y exaspera a Riggan en los peores momentos, mientras le dice que lo único real es él, el pasado como Birdman y el inminente regreso al que Thompson se niega por realizar proyectos teatrales snobs.
De esta forma podría pensarse que Birdman en realidad puede reducirse a narrar las carreras y trayectorias por un lado de Keaton y por otro del propio Iñárritu. Del primero cabe recordarse que desde 1989 y durante un par años alcanzó la fama internacional al encarnar a Batman en los films dirigidos por Tim Burton, en una suerte de regreso del mundo de los superhéroes al cine, para luego abandonar al personaje y desaparecer de la mirada pública. De hecho en una escena memorable, mientras Riggan mira televisión en su camarín, ve una entrevista a Robert Downey Jr. durante una presentación del nuevo film de Iron Man, y Birdamn dice que “esos bastardos no serían nadie sin nosotros. Nosotros fuimos los pioneros, y ahora todos nos olvidan “, mientras que en otra gran escena, productor y director buscan un nuevo actor para que co protagonice la película, y se dan cuenta que sus 4-5 primeras opciones no están disponibles por encontrarse en rodajes de films ya sean secuelas, precuelas, etc sobre SUPERHÉROES !
Entonces podríamos tomar Birdman como el padecimiento en primera persona de Keaton por ese personaje que fue, y Birdman como el nuevo renacer -estético- en la carrera cinematógráfica de Iñárritu, ya que esta película vendría a funcionar como su producción más entretenida, y “liviana” si la comparamos como los típicos dramas grises cargados de miserias que suele dirigir. Birdman puede tomarse como el re lanzamiento del realizador en géneros que ya conoce pero con una nueva perspectiva y forma de filmar. Lo único criticable resulta esa necesidad constante de explicar todo lo que va a ocurrir, así como también todo lo que todos los personajes sienten, piensan, demuestran, ya que eso quita fuerza al relato, y al agobio que el protagonista experimenta.
En mi humilde opinión, lo mejor que Birdman ofrece es su forma de filmación: realizada como si fuera un solo plano secuencia continuo -con algunas escenas sueltas al principio y fin- de dos horas que dan la sensación de encierro, de laberinto mental, tal como el que Keaton padece en su encrucijada personal.
Naomi Watts, Zach Galifianakis y Emma Stone completan el elenco principal de este drama personal que en líneas generales aborda el tema de la fama, la moda de superproducciones sobre comics, el paso del tiempo y la angustia agobiante que las personas sentimos al notar que fuimos o seremos olvidadas.