La señora de los anillos
Por su naturaleza misma, los cuentos de hadas fueron hechos para ser repetidos. La versión más vieja que conocemos es la que escribieron los hermanos Grimm, pero esa tampoco era la fuente. La historia de Blancanieves se había repetido durante generaciones de forma oral y se siguió repitiendo durante muchas generaciones más. Hoy, en una sociedad ya alejada del arte verdaderamente popular, pensamos en Blancanieves y pensamos en los Grimm, que al parecer le dieron su forma definitiva, así como cuando pensamos en cine pensamos en la Blancanieves de Disney, que al parecer le dio forma cinematográfica a aquel relato. Pero esta historia va mucho más allá.
El 2012 dio a las carteleras de cine argentinas dos nuevas versiones de Blancanieves: Espejito, espejito se estrenó hace un tiempo, ahora llega Blancanieves y el cazador. Dos versiones diferentes de lo mismo, que vienen a demostrar que todavía hay tela para cortar en esta historia.
Blancanieves y el cazador intenta recuperar los costados más oscuros y violentos de Blancanieves, con un enfoque que, en cierta forma, parece acercarse más al relato tradicional que a la versión Disney. Pero eso no quiere decir que el legado Disney haya sido dejado de lado. Por el contrario, Blancanieves y el cazador pone en evidencia, en diferentes momentos, su deuda con aquel clásico de la animación, al incorporar elementos que fueron creación exclusiva de aquella versión, como los pajaritos amables y el vestido de hombreras sobredesarrolladas que ya pasó a ser casi una marca registrada. Pero a la vez que deja en claro el homenaje, actualiza su contenido: Blancanieves (Kristen Stewart) tiene puesto el vestidito con hombreras, pero por debajo trae unos pantalones bien ajustados. Para seguir viva, la historia se adapta también a los tiempos que corren.
Como suele pasar en las versiones de Blancanieves, el personaje que se termina robando la película es el de la madrastra/bruja malvada. Interpretada por Charlize Theron, la bruja no solo es la más bella del reino, también es verdaderamente perversa, viscosa, y fluctúa entre la juventud y la ancianidad con una fluidez mágica.
El mayor problema de Blancanieves y el cazador probablemente sea Blancanieves: Kristen Stewart. Acostumbrada ya a los relatos mítico/románticos, Stewart tiene serios problemas para convencernos con sus ojos de una amplia gama de emociones. Sin embargo, el relato cargado de aventuras se lleva todo por delante y deja varios problemas por detrás. Así es como descubrimos, de paso, que Chris Hemsworth sí podía actuar. Y nos topamos con un lindo regimiento de enanos.
Más allá del feísmo de algunos diseños digitales (como esas hadas espantosas y asexuadas), de algunos problemas narrativos (sobre todo al principio y al final), Blancanieves y el cazador nos sabe arrastrar con su relato, incluso cuando podemos suponer cada vuelta que se acerca. El peligro y la maravilla campean en esta película y nosotros le creemos porque ella cree en lo que está contando. Sin los elementos cancheros de metadiscurso que parecen un requisito en los tiempos posmodernos, Blancanieves... nos lleva adelante por montañas y bosques (muy al estilo de El señor de los anillos) hasta llegar a una versión casi Juana de Arco del cuento de hadas, con una protagonista fuerte, amores cruzados y bastante magia.