Un tropezón es caída.
Una comedia debería, al menos, tener alguna situación risueña y, de ser posible, que no sea del estilo “hombre que pisa banana, resbala y cae”. “Boca de fresa” no invita a la sonrisa en ningún momento y las pocas invitaciones al humor pasan por la línea ya citada, aunque en este caso el hombre se tropieza, más que con su propio destino, literalmente con un tronco de un árbol, se lastima y cae. Este es el derrotero de un productor discográfico en decadencia que cree encontrar su salvación económica de la mano del autor de una canción que ahora es un éxito en los charts europeos. Como ese compositor perteneció a la productora décadas atrás, la búsqueda del autor, recluido supuestamente en Córdoba, origina un viaje en donde se combinan géneros con magros resultados. La película es lenta, aburre y peca de pretenciosa.