Luego de dirigir conjuntamente V/H/S y Heredero del Diablo, Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett vuelven a los cines con Boda sangrienta, una comedia negra que se oculta dentro del terror más hollywoodense que puedas imaginar.
Grace (Samara Weaving) acaba de cumplir uno de sus máximos deseos, casarse con Alex Le Domas (Mark O’Brien), un joven perteneciente a una familia de alta burguesía. En cada noche de bodas, esta extraña familia cuenta con una particular tradición: el nuevo integrante deberá participar de un juego de azar que consiste en retirar una carta de una misteriosa caja. Dicha carta determinará qué jugará la familia, junto al principal anfitrión, esa “noche mágica”. “Escondite” es el juego que el azar escogió para Grace, es así que nuestra protagonista pasa de ser una “casada” a una “cazada”.
La novia, pensando que todo es un simple juego, se suma a esta tradición y se esconde en un lugar recóndito de la mansión. Al poco tiempo se da cuenta de que la familia de su marido sólo quiere “cazarla”. Es que un particular mito pesa sobre ellos: en caso de que salga “escondite” deberán matar al nuevo integrante, sino cada uno de ellos morirá. Es así que veremos a la protagonista correr de acá para allá (y enfrentar a quien sea) para salvar su vida de esta familia de psicópatas.
A diferencia de sus anteriores películas de terror –en donde aprovecho para destacar V/H/S–, Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett desarrollan, en esta ocasión, un film en donde se burlan de este género y todos sus tópicos (cada vez vistos con más frecuencia). Siendo conscientes de ello, nos llevan y traen por una comedia negra en donde no pierden oportunidad para reírse de absolutamente todo lo que se muestra en pantalla (no sólo del género en sí, sino también de las “familias ricas” y de la figura de los suegros en cuestión).
El principal problema de Boda Sangrienta es que se esfuerza tanto en burlarse de los clichés, que, inevitablemente, termina convirtiéndose en uno más. Su formula es tan pero tan repetida que es fácil anticipar que pasará en cada ocasión (sin ir muy lejos, los mismos personajes son quienes anticipan dichos acontecimientos), incluido el final y alguno de sus intentos de plot twist. En ningún momento nos encontramos con algún factor sorpresa que la haga destacar.
Más allá de las risas (en muchas ocasiones incómodas) que nos sacará la película, Boda Sangrienta también tendrá momentos en los que nos podrá los pelos de punta (al fin y al cabo estamos frente a una protagonista escapando de un grupo que quiere acabar con su vida). Las ocasiones en que debe mostrarse como un film más “serio y aterrador” son eficaces pese a que se pueden contar con una sola mano. Logran tensarnos y que por un instante dejemos de pasarla bien (en el buen sentido).
Si bien “marketineramente” se ubica dentro del terror, constantemente se burla de los tópicos que nuclean dicho género. Boda sangrienta es una película muy autoconsciente de sí misma y del lugar donde se ubica. Es entretenida y con un gran humor negro que nos divertirá aunque no nos sorprenderá.