Al presentar su última obra en una enorme sala llena, en el marco de la sección Panorama de la Berlinale, Santiago Loza calificó a Breve historia del planeta verde como una película frágil. Y creo que tiene razón si no tomamos tan estrictamente lo que la Real Academia Española dice que significa ese término. En efecto, esta breve historia que no es “LA del planeta verde” sino una (otra, de las tantas tan hermosamente distintas que existen) que sucede en este planeta, en modo alguno es quebradiza o fácil de hacerse pedazos. No es débil, ni puede deteriorarse con facilidad. No es caduca; no es perecedera. En cuanto a la tercera acepción que decreta la Real Academia Española (que cae fácilmente en el pecado, especialmente contra la castidad), creo que no resulta del todo pertinente…
En fin, que a donde pretendo ir es que esta amorosa historia de amistad, que se disfraza un poco de película de aventuras de los ochentas del siglo pasado (alienígenas incluidos), sólo puede considerarse frágil en cuanto a lo difícil que resulta alcanzar el balance, la sutileza, el agridulce equilibrio que requiere una producción como esta. Lo frágil, en todo caso, es aquello que constituye la esencia de la película. La fragilidad es la del trío de protagonistas; la fragilidad es la de la amistad y el humanismo. Quizás por eso es tan difícil llevarlos a la pantalla grande con herramientas sensibles y sinceras. Y ello es lo que logran el bello trío de protagonistas un poco extraterrestres (Romina Escobar, Paula Grinszpan y Luis Soda), a los que se suma un verdadero alienígena (¿de carne y hueso?).
Se percibe, además, una sintonía de lo que la película propone que nace del guión y la dirección pero que también se imbrica con delicada elegancia con el diseño de imagen y sonido de la película. En un film que abraza también algo del espíritu clase B (quizás también impuesto por los modos de producción a los que debemos acostumbrarnos en esta parte austral del planeta, por qué negarlo), esa coordinación y sintonía no son tan habituales. Esos momentos en los que el humor o el amor simplemente se sienten son pequeños milagros, ellos sí frágiles en la primera de las acepciones referidas.
Película orgullosamente trans y alienígena, Breve historia del planeta verde es tan frágil pero también tan poderosa como lo son la amistad y el amor. Y está bien que así sea.