Bronces en Isla Verde

Crítica de Juan Pablo Russo - EscribiendoCine

Backstage

En Isla Verde, un pueblo ubicado en la provincia de Córdoba, se realiza todos los años un festival de instrumentos (corno, trompeta, trombón, tuba y eufonio), música de cámara y ensamble cuya finalidad es la capacitación de alumnos de distintos puntos del país y de Latinoamérica a través de clases impartidas por solistas internacionalmente reconocidos. Adriana Yurcovich (una de las codirectoras de El ambulante, 2009) retrata esa experiencia única por sus características desde el detrás de escena del evento.

Del 3 al 9 de febrero de 2013 se realizó en Isla Verde una edición más de este festival atípico, que reúne a las más destacadas personalidades de la música con innatos desconocidos. Pero el festival, tiene otras particularidades que lo hacen más interesante y es lo que hace a su organización y logística. Más de 140 personas, provenientes de diferentes lugares de Argentina y el mundo, llegarán a participar del evento y son hospedadas en diferentes casas de familias sin importar si es la máxima estrella de la trompeta o un alumno más. Todos son tratados por igual y, durante los días que dura el evento, tomarán clases y realizaran demostraciones en vivo para los habitantes del lugar como para quienes se acercan como simple espectadores a presenciar el show.

Como si se tratara de un backstage, Yurcovich va armando un relato sobre la preparación del evento, las complicaciones, el arribo de los participantes, las clases y el show final. Lo hace de manera clásica y de modo observacional, no hay entrevistas ni material de archivo, solo se atina a filmar lo que pasa durante esos días en Isla Verde y a partir de esa experiencia construir un relato cinematográfico con lo que ahí sucede.

En Bronces en Isla Verde (2014) uno no se va a encontrar con mucho más que una historia de luchadores anónimos que, pese a la convocatoria de personalidades de la música y las características del evento, es poco difundida. Desde lo cinematográfico es un relato clásico, en donde la autora decidió no asumir ningún tipo de riesgos en la construcción formal ni estética. Pese a eso es más que recomendable.