En la temporada de premios no estamos acostumbrados a ver este tipo de películas en las que se ven miles de sellos para mostrarte de dónde la financiaron pero es un buen ejercicio, demostrando que un buen guión y con personajes sólidos (la BBC es una gran escuela) es el alma de cualquier film.
Brooklyn es la historia de una chica irlandesa que va a probar suerte del otro lado del océano. Mientras seguimos sus pasos en Nueva York, vamos conociendo la fauna local, la mezcla de inmigrantes, de cómo se incorporan al trabajo y al mercado allí. La reconstrucción, al estilo inglés, es minuciosa y de detalles encantadores.
John Crowley, quien estuvo a cargo de muchos capítulos de la segunda temporada de True Detective, muestra su oficio en todo su esplendor cuando maneja los tiempos del melodrama, del peso de miradas y de los movimientos y gestos mínimos que son sumamente funcionales a la historia. Y el trabajo de Saorise es realmente remarcable. Pero de su talento sabíamos ya cuando aprendimos a odiarla en Atonement.
El problema del film no es ni su elenco, ni su producción, ni el guión. El problema es que a la historia le falta gancho y que los intentos del partenaire de ella para poder engancharla terminan resultando débiles. Y la historia termina pareciendo muy pequeña para semejante metraje, por un lado, y para un estreno comercial por otro. Con esto quiero decir que cuando vemos que puede verse claramente la imagen manipulada del choma key y que el cuento que se cuenta parece tan pequeño, el film parece más bien televisivo.
La nominación al trabajo de su actriz principal es sin dudas de las más justas de la temporada, sin embargo el resultado final se desdibuja en que al romance le falta peso y hasta al vestuario le pudimos haber sacado más jugo.
Lo mejor de todo es que podemos ver un melodrama que permite que el barco salga de Gran Bretaña y llegue finalmente a Nueva York. Kate y Leo no tuvieron la misma suerte.