Miguel Abuelo, retratado en un prolijo documental
En moto, Gato Azul Peralta recorre las calles de Palermo en busca de señales, de recuerdos que lo acerquen a su padre. A su paso recoge imágenes de Miguel Abuelo, se encuentra con Gustavo Bazterrica en un bar y reconstruye con retazos la figura del músico y poeta.
Para Sergio Costantino -en dupla con Eduardo Pinto-, Buen día, día es su ópera prima y el documental, el género elegido para resumir en una hora y media la obra del hombre nacido y muerto en Munro, que creó Los Abuelos de la Nada antes de que la banda existiera como tal y que cerró el círculo de un largo viaje a fines de los 80, con tan sólo 42 años.
Abordar la vida de un mito no es tarea sencilla y ahí está el ejemplo de Luca Prodan, que necesitó de algunos traspiés hasta dar con el documental de Rodrigo Espina. Si bien la vida y la obra de Abuelo son el motivo principal de este documental, el mito sobrevuela la cinta y los aires de homenaje que la envuelven por momentos tapan ciertos aspectos de su vida. Como su deceso tras contraer el virus del VIH, contra el que luchó hasta el último round como el compadrito y peleador que era.
Narrado en primera persona, Buen día, día opta por un relato prolijo y cronológico, enriquecido por el aporte de quienes Abuelo se cruzó a su paso: su gran amigo Pipo Lernoud; los músicos Kubero Díaz, Gustavo Bazterrica, Andrés Calamaro, Horacio Fontova, Luis A. Spinetta y Cachorro López, entre otros; su pareja, Krisha Bogdan, y los periodistas Rosso y Carmona.
El escaso material fílmico de los inicios de Abuelo -que son los comienzos mismos del rock argentino- es suplantado por fotografías, clips de animación y por sus poemas inéditos, que el autor recitó en los 80 y que aquí aparecen por gentileza del archivo de Juan Alberto Badía. Este último período, claro está, es más rico en filmaciones, como la de un show al aire libre o la presentación de Los Abuelos en el Luna Park.
El recorrido ficcional de Gato Azul es el aspecto más flojo del film y atenta por momentos contra el clima que construyen los entrevistados. Pero a la hora de pesar la vida y el mito, la obra y el homenaje implícito, la balanza se muestra en equilibrio.