Bumblebee: Entretenido y enternecedor spin-off del bólido amarillo.
De a poco a ido acaparando la celebridad que un día tuvo Optimus Prime, hasta que se ganó su propia película. Aquí te contamos qué nos pareció este film que tiene a nada menos que Travis Knight como director.
De más está decir que las expectativas habían crecido cuando al proyecto se sumó el director Travis Knight, que para quienes no lo tienen muy visto es el realizador de la fantástica Kubo and the Two Strings (2016). Aunque no lo parezca, esa es su única producción como director, ya que el mismo se desempeñaba en el departamento de animación de Laika, con la que colaboró en casi todas sus películas. Por otro lado, el guion es trabajo de Christina Hodson, de la desestimada por la crítica Unforgettable (para más dato, actualmente está trabajando en el guion de Birds of Prey y se rumorea Batgirl, ambas de DC/Warner Bros.).
Pero, como suele decirse, aquí triunfó el aspecto visual y ciertamente nostálgico que propone Knight, uno que mucho le debe a que la acción se sitúe en la década de los ochentas, en 1987 para ser más precisos.
Pero vayamos por partes; la película es considerada un spin-off de la saga que iniciara Michael Bay en 2007, que particularmente a nosotros nos resultó un revuelo patriotero y de grueso amor por lo armamentístico/militar, que mucho se alejaba de ciertos parámetros que supo tener el original animado. Y tiene como protagonista al inseparable compañero de Optimus Prime (una vez más con voz de Peter Cullen), Bumblebee. El pequeño bólido amarillo escapando de los decepticons y humanos es gravemente herido, perdiendo su voz y la memoria. Tiempo después en un taller mecánico será rescatado por Charlie Watson (Hailee Steinfeld), dando comienzo a la aventura, por un lado emocional, como amigo de una jovencita que batalla cada día con la muerte temprana de su padre y los cambios hacia el mundo de los adultos, y por otro con sus enemigos, ahora aliados de los humanos que lo persiguen.
Esta vez, lejos del aparatoso despliegue visual de Bay y más cercano a una comedia Spielbergriana, como podría ser E.T. the Extra-Terrestrial (1982) o por qué no, valgan las referencias en el mismo film, la serie ALF (NBC – 1986), la película se aboca a una historia mucho más intimista, en el sentido de hacer a los personajes criaturas atractivas y simpáticas, con particularidad a Bumblebee, creando así una aproximación menos violenta y guerrera. Y funciona, lo hace tanto en lo visual como el coming-of-age que plantea en el robot como en los protagonistas humanos; tanto Charlie como Memo (Jorge Lendeborg Jr.), que más que nada funciona como alivio cómico.
Resulta que los diseños de los autobots y decepticons, tomados de los originales animados que conocimos en nuestra niñez (para los que tuvieron una a finales de los ochentas) juega en favor de este ejercicio evocativo que realiza el espectador, dándole a la franquicia, por demás desgastada, cierto aire fresco, y sumándole el soundtrack, que por momentos pueda que sea apabullante en la cantidad de canciones escuchadas, resulta en una entretenida e inocente aventura, sin llegar a ser infantil. Es particularmente sensible en los matices de sus protagonistas, aunque sigamos sin entender por qué los films deben durar dos horas promedio. Porque es allí donde puede que se vuelva algo cansino. Humor no le falta y posee cierta dosis de socarronería, con la representación de las autoridades que hace, muy propia de los films ochenteros con niños en sus elencos, en que son mostrados como un montón de bravucones e inútiles gigantes que poco colaboran con la acción y provocan en todo momento los estropicios necesarios, parodiando además la era Reaganista con militares obtusos y guerras frías.
En definitiva, una película que trascendió a sus antecesoras en la saga que puebla y que da a los personajes creados por Hasbro y Takara Tomy que supimos ver en la serie animada estrenada en 1984, la posibilidad de ser más que solo maquinas en medio de una guerra. Una aventura, tal vez un poco extensa, entretenida en la que no descuidan la humanidad que ellos, pura lata y pistones, poseen a fuerza de acciones nobles. Y que equilibra la historia de la niña que encuentra su lugar, a través del dolor y la aceptación, en ese mundo poblado de adultos un tanto perdidos. Disfrutarla sin cuestionarse, como lo hicimos con los Goonies o E.T., es lo más atractivo de este film que ojalá sea considerado base para nuevas películas, porque las habrá, de eso no cabe ninguna duda.