Vaughn (Jeffrey Dean Morgan) es un humilde empleado en un importante casino que lucha día a día con hacer todo lo posible para que su hijita enferma de cáncer pueda seguir con el tratamiento. Pero éste es caro, se atrasa y recibe un ultimátum de que si no logra ponerse al día (y la suma es bastante grande) la van a tener que sacar de la lista de espera. Esto, claro, lo desespera, ella necesita ser el héroe de su hija y salvarla. La primera idea que tiene es la de pedirle a su jefe, con quien antes trabajó de manera más cercana pero su mundo oscuro (como su propio pasado) no terminó de agradarle y dio un paso al costado, un adelanto. Pero este jefe, apodado como El Papa, interpretado por el gran Robert De Niro, no es una persona que se deje guiar por lo sentimental y su frialdad le permite separar los negocios de lo personal. En resumen, su respuesta es no. Y además es despedido tras una discusión un poco violenta entre ambos.
Pero cuando todo parece perdido, le llega una propuesta tan tentadora como peligrosa: robar una gran suma de dinero que entra cada semana en el casino, sabiendo que nunca va a ser denunciada por ser producto de lavado de dinero.
El atraco deriva en un escape más torpe del esperado y terminan subiéndose a un colectivo y tomando de rehenes a sus pasajeros. Acá, la película comienza a parecerse demasiado a una “Máxima velocidad” pero sin esa onda “cool”, entretenida, que tenía la película de Jan de Bont. Al contrario, el film recae en constantes escenas trilladas y situaciones que se dan y resuelven de manera rápida y por lo tanto poco creíble.
A la larga, “Bus 657” termina siendo una película de acción que intenta homenajear a ese cine de los años 80s, pero no hay grandes rasgos siquiera a nivel dirección, con una edición que deja bastante que desear. Algunas escenas pecan de parecer salidas de un telefilm. Las actuaciones también son todas bastante malas, ni siquiera Robert De Niro (que de todos modos no pudo evitar que su carrera hace unos años comenzara a estancarse) sale bien parado a excepción de sus últimos momentos en el film, donde logra redimirse un poco. A la larga este personaje también tiene una historia con su hija (Kate Bosworth, actriz que nunca logró despegar en su carrera) que necesita remendar.
Trillada, con un comienzo apresurado pero aburrido, un desarrollo sin sorpresas y un final con la esperada vuelta de tuerca, dan como resultado una película de acción a la que incluso le falta más acción y suspenso y que no sirve para mucho más que pasar el rato.