La memoria de los peces
A veces parece que las fórmulas para seducir al público infantil se agotan, al menos en lo que respecta al cine de animación. Pero Pixar, del grupo Disney, siempre tiene un as bajo la manga. Y este es el caso de "Buscando a Dory", que sin ser un compilado de explosión creativa ni mucho menos tiene más que suficiente para entretener, emocionar y hasta dejar un mensaje positivo, tanto para chicos como para grandes. La secuela de "Buscando a Nemo" (2003) parte del derrotero de Dory, un pez cirujano hembra que padece de "pérdida de memoria a corto plazo". Salvo los primeros veinte minutos, que la película muestra cierta lentitud para arrancar con la acción, el filme de Andrew Stanton impacta de lleno en el espectador. Dory buscará a su familia, pero primero tendrá que recordar situaciones, rostros, charlas y lugares que la contacten con su pasado. En esa espiral tragicómica está lo mejor de esta animación, porque permite hurgar en los afectos y en la importancia de los amigos, como son los casos de Merlin, Nemo, el pulpo Hank y los lobos marinos Fluke y Rudder. Ellos serán la familia de Dory y ese vínculo la llevará a hacer lo imposible en un acuario, y en la carretera, para recuperarlos. El momento en que cae el camión al agua con el tema "What a wonderful world" es el punto más alto. También es logrado el corto "Piper", en la previa del filme. Para disfrutar y esperar la tercera búsqueda.