El falso culpable.
Aquellos que crecimos durante las décadas de los 80 y 90 fuimos marcados por las obras industriales del período, ya sea en lo que respecta a atesorar alguna que otra vertiente en particular o alejarnos de los primeros coletazos de la lógica de los blockbusters para los adolescentes eternos, ese magma de Hollywood en materia de un público polirubro. Quizás los dos estratos más populares han sido el cine familiar y las propuestas sobrecargadas de testosterona: los treintañeros resultantes de la primera franja son por lo general bobazos que siguen festejando la senilidad inofensiva de El Club de los Cinco (The Breakfast Club, 1985), Los Goonies (The Goonies, 1985) o Volver al Futuro (Back to the Future, 1985).
Por suerte no todos somos campeones de la inercia ni diletantes de la pavada por la pavada en sí, prefiriendo en cambio posiciones más extremas como las que nos acercaban los genocidas de las ametralladoras y las granadas al por mayor. Si bien los films de la súper acción reaganeana tampoco resisten un análisis más profundo, por lo menos pintaban un mundo más real, constituían la puerta de entrada a otros géneros y hasta se acomodaban sin problemas con la idiosincrasia masculina vinculada al conflicto liso y llano. ¿Quién hubiera pensado que un Liam Neeson empardado al Harrison Ford de aquella etapa se abriría camino como una de las últimas esperanzas de los thrillers vertiginosos de corazón retro?
Vale aclarar que dentro de la franquicia en cuestión sólo la original Búsqueda Implacable (Taken, 2008) estuvo al nivel de los trabajos del señor con el genial Jaume Collet-Serra, léase Desconocido (Unknown, 2011) y Non-Stop: Sin Escalas (Non-Stop, 2014). Este tercer eslabón se ubica en un prodigioso segundo puesto que destroza a cualquier mamarracho mainstream de nuestros días: bien lejos de los CGI y esos chistecitos para inmaduros avejentados o sus acólitos imberbes, aquí retomamos las carnicerías fascistoides de antaño (toda una rareza para la irreverencia símil corrección política de hoy) y la “singularidad étnica” de los villanos (ayer fueron albaneses, ahora disparan compulsivamente los rusos).
Como en el resto de los exploitations de suspenso y acción de Luc Besson, cuando la fórmula tradicional no da para más, se produce un giro hacia otra receta paralela, esta vez orientada al falso culpable, una traición más cercana que de costumbre y la necesidad de Bryan Mills (Neeson) de escapar del Inspector Franck Dotzler (Forest Whitaker), quien lo considera el sospechoso principal en el asesinato de su esposa. Búsqueda Implacable 3 (Taken 3, 2014) apuntala a su protagonista como un equivalente cinematográfico del taciturno Jack Bauer (Kiefer Sutherland) de 24 y nos regala momentos de gran tensión, con escenas a la altura de sus homólogas de la anterior y también aguerrida secuela del 2012…