Spielberg vuelve al clasicismo y recorre la Gran Guerra al galope de uno de los animales más bellos que se hayan visto en pantalla. Caballo de guerra es una épica de batalla, pero al mismo tiempo es una historia de amor entre un joven y su semental. Spielberg aprovecha todo, incluyendo la más grasa de sus bandas sonoras a volumen once, para emocionar al espectador. Parece mentira que el cineasta lo haya conseguido tan fácil y que con un caballito haya plasmado esa humanidad y espíritu aventurero que en Tintín jamás llegó a transmitir.