Mediación cinematográfica
Cae la Noche en Bucarest, de Corneliu Porumboiu, el director y guionista rumano de las maravillosas Bucarest 12:08 (2006) ,Policía, Adjetivo (2009) y The Second game (2014) es un film que con un primer acercamiento genera la idea de “en esta película no pasa nada”, o al menos comienza así. Sin embargo, la película de Porumboiu tiene una profundidad increíble con la que se permite indagar tanto sobre las formas de hacer cine y los hábitos culturales naturalizados, como también sobre las obsesiones y rituales neuróticos dentro de un proceso creativo, en este caso audiovisual y actoral.
En un comienzo conocemos a Paul (Bogdan Dumitrache), un director de cine al que le restan dos semanas para finalizar el rodaje de su película, cuyo material aún no lo convence y por ello decide implementar cambios. A la vez Paul comienza una relación con Alina (Diana Avramut), una actriz con papel secundario que a medida que el rodaje y el sexo avanzan, irá obteniendo más protagonismo en la trama, algo que Paul nota y quiere revertir.
Alina es delicada, ordenada y prolija, come de forma lenta y suave; mientras que Paul no se alimenta, deglute vorazmente. Él bebe café y alcohol en exceso y como si fuera poco, también padece hipocondría. En los almuerzos y cenas entre rodaje y rodaje, ambos reflexionan sobre el proceso de filmación: la muerte del fílmico, el imperio del digital y los cambios que el cine sufrirá a futuro (en un tono nostálgico similiar a como ocurría en The Congress de Ari Folman) aunque también hay tiempo de debatir acerca de las costumbres alimenticias en oriente y occidente y la influencia de los instrumentos que utilizamos constantemente para mediar con el universo simbólico y real que nos rodea.
Con una postura socio-histórico-cultural que nos remite a los postulados constructivistas de Lev Vigotsky sobre mediación semiótica, estas charlas filosóficas culinarias entre los protagonistas que nos presenta Porumboiu, bien pueden aplicarse al séptimo arte ya que los instrumentos mediadores que nos sirven, también nos definen, identifican y permiten interpretar el todo pero además nos limitan; pensado así, el cine es un fenómeno artístico social que presenta estructuras, órdenes y limitaciones que verían según el contexto histórico; y por ello las películas que logran volverse eternas, casi siempre se basan en relatos universales que devendrán clásicos y fuente de inspiración de producciones futuras.
Cae la noche en Bucarest es, en definitiva, un enorme y brillante film que a través de un guión y puesta en escena minimalista -menos de 20 planos-secuencia durante la hora y media del film- invita a la reflexión no sólo cinematográfica, sino sobre los vínculos y el curso que la humanidad toma con sus avances y retrocesos varios.