Luego de Irrational Man (2015) regresa Woody Allen, con esta comedia romántica, con sus característicos toques de drama, humor y hasta realidad.
Bobby Dorfman (Jesse Eisenberg), es sobrino de un importante agente y productor de Hollywood (Steve Carrell), que se enamora de la joven y hermosa secretaria de su tío (Kristen Stewart). Desde ese momento pasará todo lo que imaginan y un poco más.
Ver la época dorada de los años 30 en Hollywood, donde todo lo que brilla es oro… Hay nostalgia en ese mundo. Ver New York como sólo él sabe mostrar.
Eisenberg, interpreta a un joven “Woody”, con un estilo propio, nervioso y rápido en sus diálogos, divertido e ingenioso, se luce en su personaje que parece improvisar a cada paso. Ella, Stewart, acompañada de la increíble fotografía del magnífico Vittorio Storaro, y rodeada de hermosos escenarios, luce su rostro y el vestuario, sumado a toda esa ambientación que deslumbra. Pero su interpretación sigue sin impactar, pocas expresiones, incluyendo cuando hay grandes diálogos, en donde aquello que se dice tiene gran peso. Por otro lado, Carrell hace su característico personaje, correcto, ubicado, sin exagerar, que apuesta al amor, aunque sea con una mujer mucho más joven que él.
El director toca los temas que ama: la pasión, el judaísmo y el desamor. Con un inteligente guión. Por supuesto que hay humor y grandes frases, y también está la justificación constante (o no), sobre los actos que una persona puede realizar en nombre del amor. Allen es inteligente y también hace un show de terapia en pantalla grande. Un desenlace que muestra un poco como también puede ser la vida real.